Veintisiete

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La actitud de Zamasu hacia Black  había empezado a ser más hostil de lo normal. Para su mala suerte,su contra parte pasaba más tiempo en la cabaña o bien iba al bosque,pero nunca tardaba mucho en volver ¿Por qué lo hacía? Zamasu no estaba seguro. A veces sólo estaba ahí sentado en la terraza cruzando unas escuetas palabras con Sora.
De vez  en cuando lo veía hacerle una caricia de cumplido,en otras sólo la miraba con paciencia. Le disgustaba que Black la acaparara para él y que ella le prestara atención.

No hablaban mucho,pero se notaba lo cómoda que Sora estaba en presencia de ese sujeto corrupto. Porque Black era menos dios que él y estaba decayendo a un pozo de inmundicia. Podía tolerarlo, era lo que conllevaba el plan cero humanos,mas que pese al estar así de corrompido se atreviera a tocar a Sora,a tenerla en su presencia,le molestaba sobremanera. Ya no era sólo el temor de que llegara a transgredirla de algún modo,sino que no le gustaba que estuviera con ella. Pero tampoco podía impedírselo. Sentía que le robaba su atención y no soportaba la idea de que Sora mirara a Black más que a él.

Por otro lado Black quería ganarse esas miradas de Sora.  Las miradas sin ese pequeño dolor que aparecía en sus ojos cuando se posaban él. Ella no le recriminaba sus acciones,pero las rechazaba y por extensión lo rechazaba a él y no quería eso. La amaba y le molestaba ese rechazo sutil y natural hacia su persona.

No le gustaba como Sora veía a Zamasu y como disfrutaba su compañía. No le gustaba que Zamasu estuviera más limpio que él,pues ese no había matado a nadie. Odiaba a los humanos, pero aún no mataba a ninguno. Tal vez por eso ella se sentía mejor con él. No, ella le había dicho que entre los dos tenía más esperanzas de que fuera él y no Zamasu quien pudiera llegar a comprender,pero... No,no era que no entendiera como se sentía Sora, era sólo que él no iba a abandonar sus ideas por ella por más dolor que le causará su actuar a la muchacha. Su plan cero humanos era por una causa mayor y ya estaba en marcha. Ya había matado a los dioses,entre ellos a sus maestro. Cruzó el punto sin retorno,solo quedaba seguir. Mas cuando miraba a Sora no podía evitar preguntarse ¿Y si la hubiera conocido antes?
Eso nunca hubiera pasado,ella era del universo siete y él del diez. Nunca la hubiera conocido.
No volvería a obligarla a aceptar un beso como lo hizo aquella vez, pero seguía añorando besarla de nuevo.

Sora no se guardaba sus ideas,sus intenciones eran conocidas por ambos. Siempre que tenia la oportunidad les presentaba alguna idea o argumento para intentar convencerlos de dejar sus planes. A ninguno le causaba particular molestia,era parte de ella;de su esencia,de su nobleza, de su infinito amor;ese que ambos reclamaban y no querían compartir.

Casi a finales del invierno hubo una nevada muy fuerte. Sora miro por la ventana,pero sólo veía una cortina blanca caer. Se había despertado temprano producto del frío y temblando se fue hasta la chimenea para encenderla,más no había leña y salir no era una opción. Se quedó allí parada mirando con decepción aquel espacio lleno de cenizas abrazándose así misma para darse calor sin mucho resultado.

-Vete a tu habitación,te congeladas aquí-le dijo Black desde el sillón.

-Esta igual de fría-le señaló Sora-¿Dónde está..?

-Fue a otro mundo a buscar algunos alimentos y libros-le respondió Black.

El dios Black se le quedó viendo. Sora temblaba y de pronto sólo se fue hacia un costado estrellándose contra el piso.
Estaba oscuro,una oscuridad absoluta que era la que habitaba cuando sus ojos no servían, sentía unas manos entorno a ella y sintió miedo.Quizo gritar y la voz no salió de su boca. Comenzó a sentir más y más manos sobre ella que la tocaban hasta que la luz deshizo la horrible visión y se encuentro con el rostro de Black que fue un auténtico alivio.

-¿Estás bien?-le preguntó el dios, pero ella no respondió-¡Sora!

-Tuve una pesadilla-articulo la  muchacha.

-Lo sé.Gritabas-le dijo Black.

Estaba recostada en el sofá y el fuego ardía en la chimenea. El dios tenía huellas de humedad en los hombros. Era obvio que había salido a buscar leña.

-A veces me sucede...Evocó cosas desagradables-le dijo la muchacha.

La mano de Black le hizo una caricia en la frente. Ella la recibió  nada más.

-Mí señor Black...¿Qué sucede con las personas que hacen mal en el mundo? ¿Van al infierno?

-Así es-le respondió él-Seguramente esos hombres que te hicieron daño están padeciendo allí. Pero supongo que eso no te hace feliz.

Ella no respondió.

-Mi señor...

-¿Qué pasa ahora?

-¿Qué lo hace feliz a usted?

-Exterminar a los humanos me hará feliz.

-Ya no estará enojado-comento la muchacha.

-¿De que hablas?

-Es odio lo que hay en sus ojos cuando habla de la humanidad. En los del dios Zamasu hay desprecio y repulsión,pero en los suyos hay odio ¿Qué le hicimos para que nos odie tanto? Porque ese odio es algo particular,es por algo que sólo le sucedió a usted, mi señor...

Desprecio siempre a los humanos,pero Sora tenía razón él los odiaba y los odiaba por culpa de "ese" humano en particular. De "ese" que con un mínimo de esfuerzo lo derroto,lo humilló y echo por tierra sus años de entrenamiento,sus ideas del poder de los dioses...

-Hay algo que más que me haría feliz,Sora-le dijo ignorando aquella reflexión que más era un recuerdo-Pero es algo que sólo podrías darme tú...

Zamasu apareció en la sala con un par de libros bajo el brazo y un paquete en las manos. Miro a su izquierda y se encuentro con una imagen que le hizo ebullir la sangre. Cerca de la chimenea,de espaldas a esta, dormía Black con   la cabeza apoyada en el regazo de Sora quien le peinaba los cabellos. Poco le importo a Zamasu el pacífico sueño de Black. Levantó a la muchacha por un brazo y la apartó de él.

-Ve a tu habitación Sora-le dijo el dios de caballo Blanco-Black y yo necesitamos hablar...

Los ojos de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora