Trece

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Petricor,ese era el olor que emanaba  del dios Black.El aroma que sube de la tierra mojada,de las piedras y de algo que ella desconocía su nombre.Un olor que es fresco, dulce, suave y que se mezcla con con el vaho  mohoso que proviene de las plantas.Un aroma primitivo que se conecta a la memoria ancestral. Era una fragancia que la hacia pensar en la libertad y los bosques en que corría a salvo de los males del hombre.Se quedó inmóvil en esos brazos recordando sus carrera entre los árboles, sintiendo el sol en su cara. El silbido del viento,la humedad de la hierba,el roce de las ramas,el sin fin de sonidos y entonces llegó a una respuesta a la pregunta del díos.

-Tal vez es porque viví en el aislamiento-dijo en voz baja-Amparada por la naturaleza que no es ni negra ni blanca,quiza si hubiera ido al pueblo a vivir con las personas, hubiera sido más fácil que el odio y el rencor por todo lo que me pasó germinara en mi.Vivir con otros humanos es difícil,para comenzar perdemos nuestra libertad y al sentirnos reprimidos es que comenzamos a albergar la frustración y eso,creo es el inicio de todo...

Black oyó esas palabras con atención,mas no tuvo tiempo de asimilarlas,pues Zamasu había retornando. Se apartó de ella para dejar la habitación y terminó encontrándose con él, al comienzo del pasillo. Zamasu lo miro severamente,con reclamo y  Black camino hacia él con una actitud desafíante.

-No vas a preguntarme qué hacía en su habitación-le dijo al pasar junto a Zamasu.

-¿Por qué lo haría? Ella está fuera de tu alcance-le respondío.

Black chasqueo la lengua nada más ¿Fuera de su alcance? Probablemente Zamasu tenía razón. Podía llegar a tener su cuerpo y quizá su mente con sólo pedírselo,pero lo más importante; su esencia,sus sentimientos y todo lo bueno que había en ella, estaba lejos de alcance de todos y sólo se asomaba a través de esos ojos de cielo, a contemplar el mundo con asombro y gratitud. Definitivamente estaba lejos de su alcance. Aún siendo él un dios, no podía tener a Sora como lo estaba necesitando.Maldito Zamasu,pensó,maldito él,que conservaba intacta su naturaleza divina,porqué por esa causa el afecto que ese le tenía no pasaba por los terribles deseos con los que él tenía que lidiar.

Plan cero humanos ...¡Otra tontería! Para exterminar a los humanos hacia falta el cuerpo de un mortal,para matar a los dioses requirió el cuerpo de un mortal. A fin de cuentas él,siendo un díos quedó tan descolocado por ser vencido por un mortal, que terminó por convertirse en un vil traidor y un asesino. Era así de simple, era un asesino  Mato a su maestro dos veces, a la totalidad de los dioses y miles de humanos en esos meses ¿Qué lo hacía divino en la actualidad? ¿Su poder que ni siquiera era suyo? ¿Su esencia que sucumbia a la influencia de la carne? ¿Quién era él? ¿En que se había convertido y por qué? ¡Malditos humanos! ¡Malditos los dioses que los crearon! El único error en la existencia eran los humanos,pero ¿Acaso no era ella humana también?

La existencia de Sora lo confundía y ese sentimiento que tenía por ella lo mortificaba. Eran ahora de pronto tantas ideas que su mente no estaba en calma. Se quedó en la terraza observando el paisaje y sintiendo el frío clima en su cuerpo,ese mismo en que aún sentía el tenue  calor desprendído por Sora y del que se apoderó en ese abrazo.

Zamasu fue a la habitación de la muchacha que se estaba sentada en la cama,sus mejillas estaban algo rojas y lucia cansada. Él le preguntó que pasaba, ella respondió que no se sentía bien.
Fue fácil para Zamasu descubrir que estaba resfriada y tenía fiebre.

-Quedate en cama por este día-le dijo el díos.

-No...Yo debo...Es mi obligación atenderlos,mi señor.

-Ni siquiera puedes mantenerte en pie,solo andarás por la casa causando problemas. Quedate aquí-le dijo en un tono grave.

-Si usted me cura yo podría...

-Mis poderes pueden sanar heridas,restaurar energía,pero no curan enfermedades. Los dioses creadores no se enferman, Sora-le explico Zamasu.

-¿Dioses creadores? ¿Hay más de un tipo de dioses?-le preguntó la muchacha.

-Asi es...Yo pertenecen a los dioses de la creación.

-Entonces existen dioses de la destrucción-declaro la muchacha con tono de afirmación.

Zamasu quedó algo sorprendido con lo rápido que ella llegó a esa conclusión.

-Todo tiene su opuesto y complementario, es lógico asumir que si están los dioses de la creación,tambien están los de la destrucción-le dijo Sora- Ying y Yang...

-¿Ying y Yang?--repitió Zamasu con un leve interés.

-Si,dos fuerzas opuestas y completamentarias que están presentes en todas partes.Por ejemplo el día y la noche,la luz y la oscuridad,el bien y el mal...

-¿Complementarias dices? ¿En que forma el mal puede complementar al bien? El mal debe ser erradicado de la existencia-le dijo Zamasu.

Ella lo miro con extrañeza.

-Pero mi señor, si en el universo sólo existiera el bien ¿Cómo sabríamos que eso es el bien?-le pregunto Sora-En ausencia del mal,no apreciariamos el bien. Como con las estrellas.Son bellas y nos dan luz,mas sólo podemos apreciarlas en el manto de la oscuridad de la noche. Me gustan las estrellas...Me recuerdan la bondad de los hombres.

-¿Las estrellas te recuerdan la bondad de los hombres?-preguntó Zamasu con una sonrisa de sutil desprecio por la idea.

-Los humanos podemos llegar a ser muy nobles,pero está cualidad suele surgir en presencia de grandes catástrofes, situaciónes en que nos olvidamos de nosotros mismos y pensamos un poco en quienes están más desamparados.

-No te engañes Sora,eso de los que hablas es sólo una forma de limpiar sus conciencias-de dijo Zamasu-La primera idea que viene a la mente humana en una catástrofe es sobrevivir.Es instinto de preservación nada más. Los humanos están diseñados para conservar sus vidas y su especie, mediante el simple acto de huir del peligro, para lo cual pueden abandonar todo lo que consideren un estorbo.

-Yo no creo que seamos tan insensibles ante nuestros hermanos de especie-declaro Sora tímidamente.

-Eres tan ingenua-le dijo Zamasu haciéndole una caricia en la barbilla-Mírate a ti misma y dime si tus hermanos de especie han tenido contigo algún acto de bondad...

Sora bajo la mirada con tristeza y guardo silencio.

-Mi pobre e inocente niña,eres el ejemplo de tantas cosas buenas que los humanos deberían haber sido,como también el testimonio de su crueldad sin argumentos-continuo Zamasu obligándola a verlo a los ojos-Eso que adornas con nombres como bondad o generosidad, es sólo la idea primordial que los dioses pusieron en sus mentes para garantizar su supervivencia. Eso que ustedes llaman amor,por ejemplo,se lo dimos para procrear nada más,es una de esas funciones que sostienen su especie,pero nada tiene que ver con el genuino Amor, el Amor que solo pueden brindar los dioses. Amor que no tiene que ver con profanar un cuerpo a través de los orificios cloacales de una hembra, para depositar en ella su material genético.

"El amor de un dios es sublime, absoluto,pero caprichoso. Los dioses aman con facilidad aquello que les es singular, distinto a lo demás y lo reclaman para ellos mismos como un triunfo de su magnificencia. Tú,por ejemplo,eres única entre estos humanos y por tanto has despertado mi amor. Si,Sora te amo y te amaré mientras permanezcas así: ingenua,pura, inocente,noble,dulce,grácil.Así que no temas,eres amada por un dios y mientas así sea nada malo te pasará"

Sora no están segura si entendía o no esas palabras.Quedo pasmada y sin reacción recibió ese beso en los labios. No un beso profundo que implicara separar las mandíbulas,sino uno que solo quedó en sus labios,unos tremulos con aquel contacto sutil y abismante.

  Zamasu le dijo que descansara, que él la cuidaría y tomándola por los hombros la recostó en la cama.

"Si,Sora así es como te amo. Como lo único que vale la pena conservar de este mundo hermoso,pero infectado de humanos que son vil plaga. Te amo como se ama un tesoro exclusivo...para mi deleite y contemplación nada más. Disfrútalo de mi amor mientras lo tengas...que yo haré lo mismo"

Los ojos de la inocenciaWhere stories live. Discover now