Treinta y dos

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Eran las primeras semanas de primavera,la nieve comenzaba a derretirse abriendo pasó a la hierba tierna y las flores en capullo. La brisa suave,el cielo despejado y una muchacha que corría por ahí jugando con pequeños animales como conejos y ardillas,mariposas y pájaros animaban a los dioses. Se veía tan grácil y dulce,ninguno quería interrumpir cuando salía a pasear por las cercanías.

Ese día ella andaba por la ribera del lago mientras Black atrapaba unos peces con sus manos y Zamasu estaba sentado mirando el cielo. Estaba tranquilo,relajado y perdido en ideas vagas que visitaban su mente. Miró a la muchacha que había capturado una mariposa entre sus manos,al separarlas,Zamasu contempló a la lepidóptera posada en los dedos de Sora que soplo suavemente sobre ella para que saliera volando. El dios de caballo plateado se recostó sobre el suelo cruzando las brazos tras la cabeza,disponiéndose a descansar cuando el ruido de un vehículo lo hizo volver a sentarse y llamar a Sora.

Un automóvil apareció al poco tiempo,se detuvo junto a un  muchacho encapuchado, acompañado de una jóven bonita de cabello largo.Un hombre de edad media que portaba un rifle les miró con curiosidad y eso puso a Zamasu a la defensiva inmediatamente,claro que su postura no lo demostraba.

-¿Qué hacen por aquí?-le pregunto aquel sujeto-¿Necesitan que los llevemos a algún lado? Vamos hacia el oeste.

-No hace falta-respondió secamente Zamasu, manteniendo la cabeza algo gacha.

-¿Estas seguro? El camino es largo y esa muchacha puede desfallecer en el trayecto. Tenemos comida. Podemos compartir-le insistió.

Zamasu sujeto la mano de Sora que en ese momento estaba temblando. Ella no podía leer los pensamientos como él,pero no lo necesitaba. Podía sentir las intenciones de la gente y las de ese sujeto le causaban temor. De no estar ella presente Zamasu los hubiera eliminado de inmediato,
pues la repugnancia que le provocaron las ideas de ese sujeto y su compañero eran indignas de misericordia.

-Estamos bien.Sigan su camino. 

-Oye muchacho no entiendes que estamos siendo amables,deberías ser más humilde y aceptar-le dijo el otro sujeto.

La paciencia de Zamasu estaba llegando a su límite.Cuando pensó que ya no podía soportar una sola palabra más,el rostro de esos sujetos se llenó de pánico y salieron huyendo a toda velocidad. Zamasu miro hacia atrás y vio a Black levitando detrás de ellos.

-Se fueron-le dijo Zamasu a Sora quien pareció bastante aliviada.

-Si escoria como esa permanece con vida,dudo que las cosas cambien muchos por aquí-señalo Black.

Zamasu miró a Sora al oír aquel comentario. Él pensaba lo mismo,pero Sora guardaba esperanzas y su mirada entristeció al escuchar aquello. Le hizo una caricia de cumplido en la mejilla y aún sujetando su mano se la llevó usando la teletransportación. Una vez en la cabaña se deshizo de la capucha que se había puesto para cubrirse de cabeza y le pidió a Sora que hiciera algo de té.
Black llegó poco después y Zamasu lo estaba esperando.

-Mide tus palabras delante de ella-le dijo el dios de los ojos de acero-No quiero que se mortifique pensando en que pasará si los supervivientes no dan la talla.

-Sabes que no la darán y ¿Qué haremos entonces? Te diré que haremos ¡Extinguir a la raza humana!-le dijo Black-Ella es la única que quedará en pie a nuestro lado y eso es todo. No te engañes,los humanos nunca aprenden. Podemos darles cien años,mil años o un millón y seguirán tal como están ahora o aún peor. Ni toda la fé de Sora sería suficiente para cambiar a la humanidad,esta ya está condenada.Recuerda que el plan sólo está en receso nada más.

Zamasu no respondió. En el fondo él tampoco guardaba esperanzas en la humanidad. Sólo no quería ver a la muchacha  triste. Se preocupaba por ella y aún que no lo había verbalizo, Zamasu ya no quería seguir con el plan cero humanos y el motivo era ella. Sora era su cielo y a donde mirara estaba ella,pero también estaba el hecho de que Zen Oh Sama podía descubrir todo y entonces estarían en verdaderos problemas,si es que no terminaban borrados de la faz de la existencia.

Los ojos de la inocenciaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora