Capítulo 3

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En el camino hacia Ichiraku Ramen el rubio estaba completamente sumergido en sus pensamientos: Todo lo que había leído en aquel libro parecía más bien sacado de alguna de las historias de fantasía que cogía prestadas de la Biblioteca; pero algo en su interior le gritaba que eran ciertas, que todo aquello existía en realidad, y algo que apoyaba aquella teoría era el hecho de que tanto el libro cómo el rollo estaban bien escondidos en la sección restringida de la biblioteca.

Aún así, las cosas que había leído eran demasiado inverosímiles y demasiado chocantes cómo para aceptarlas de golpe, necesitaría algo de tiempo para procesarlo todo correctamente, y una buena comida ayudaría.

Llegando al modesto stand de venta de ramen sacó su monedero; no era nada especial, un monedero de cuero negro con cierre metálico, sin niguna decoración y bastante soso, pero cumplía su función.

La cantidad de dinero que llevaba encima no era nada despreciable, alguna ventaja tenía que haber en ser hijo de dos de las personas más ricas de la aldea, y esa era que tenía acceso con algunas restricciones al dinero de sus padres, con el que podía costearse un buen ritmo de vida.

Cuándo Teuchi y Ayame vieron entrar al joven rubio sonrieron, Naruto podía parecer una persona fría y que no tenía en cuenta a las demás personas, pero cuándo uno lo conocía podía ver que era todo lo contrario: un niño bueno y educado, que, si no supieran quienes eran sus padres y cuál era su situación, podría haber pasado por uno de los príncipes que aparecían en los libros de aventuras a los que Ayame se había aficionado recientemente.

- Un miso ramen, por favor- pidió poniendo el dinero que costaba la comida encima de la mesa, era una costumbre que había adquirido, pagar por adelantado a la familia Ichiraku, ya que eran de los pocos en los que podía confiar.

- Enseguida te lo traemos Naruto-kun- respondió Teuchi con una brillante sonrisa, antes de ponerse manos a la obra para cocinar lo que él llamaba la "comida de los dioses", mientras su hija conversaba con su cliente.

Ayame era una niña de doce años, con un cuerpo desarrollado acorde a su edad, pelo castaño, ojos negros, piel ligeramente tostada y, en general, rasgos bastante agradables.

- ¿Cómo ha estado tu día Naruto-chan?- preguntó con curiosidad la morena.

- Cómo siempre, no hay nada destacable- respondió sin darle importancia, y eso entristeció a la joven, ver a un niño tan amable y puro no darle importancia a la monotonía de su vida y al hecho de que no tenía ningún lazo afectivo con su familia era muy triste, y lo era más el saber que no podía hacer nada para remediarlo.

- ¡Aquí tienes! Nuestro mejor Miso Ramen para nuestro cliente favorito- exclamó el viejo cocinero colocando el plato de comida frente a su joven cliente con una sonrisa.

- Itadakimasu- dijo en voz baja, con su voz mostrando un leve indicio de la emoción que sentía en ese momento, y empezó a comer, poco a poco, degustando con calma el plato, con una elegancia que no parecía acorde con la escena.

Mientras comía bajo la atenta mirada de los dueños del local, decidió que sería un buen momento para seguir leyendo aquel libro que tanto le intrigaba y tantos quebraderos de cabeza le estaba dando.

"Una Cresta Taumatúrgica o Cresta Mágica (魔術刻印, Majutsu Kokuin?) es el tesoro más importante de un linaje de hechiceros y puede ser dicho que es la herencia mística que define la línea de hechiceros como tal.

Mientras el heredero es joven, es necesario implantar esta poco a poco, mientras que al mismo tiempo el cuerpo se adapta a la cresta por medicina y rituales.

Hijo de la BrujaWhere stories live. Discover now