En lo profundo

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Los primeros rayos de sol que se asomaban sobre la ciudad prometían un día resplandeciente después de una noche lluviosa.

—Vaya —dijo Phil mientras estiraba los brazos por encima de su cabeza—, parecía que el cielo iba caer sobre nosotros anoche, ¿no crees? —comentó sonriente a su compañera de turno, la detective Stone, quien miraba impaciente el reloj de su muñeca.

—No lo dudo —respondió sin siquiera mirarlo.

Phil, un policía alto y desgarbado, era un par de años menor que la detective Alexis. Su rostro no lo ayudaba a disimular su inexperiencia y juventud, pues estaba salpicado de pecas que aniñaban sus facciones. Siguiendo los pasos de su padre y hermano mayor, se había enlistado en la academia con el sueño de volverse detective, aunque su aspecto inofensivo le dificultaba que la gente lo tomara en serio como un representante de la ley. Por todo ello, veía en la detective alguien a quien admirar, siendo la única que parecía tratarlo como a un adulto.

—¿Está... todo bien? —preguntó a la detective que miraba con impaciencia su reloj.

—¿Qué? —contestó con aire distraído, volteando hacia el joven policía recargado a su izquierda—... Lo siento —se disculpó apenada por su falta de atención.

—No hay problema —dijo con un gesto de la mano—, te noto algo intranquila —apuntó.

Stone arrugó el entrecejo.

—¿Has tenido alguna vez esa sensación... de que algo no está bien? —comentó con tono serio, dirigiendo su mirada hacia la distancia.

—¿Cómo?, ¿algo así como un sexto sentido? —preguntó extrañado.

—No, más bien... un presentimiento.

Phil se preocupó ante el giro que parecía estar tomando la conversación.

—Y... ¿es un presentimiento bueno o... malo? —dijo expectante ante la respuesta de su compañera.

—No estoy segura si es lo uno o lo otro —respondió Stone, quien estaba verdaderamente preocupada de no saber exactamente qué era esa sensación que había tenido desde el inicio de su turno, aunque intentaba atribuirlo a la visita de su inesperado invitado la noche anterior.

Faltaba poco más de tres horas para que su turno terminara, haciendo que la lenta espera se tornara tortuosa. A sabiendas que poco podría hacer, decidió despejar sus dudas cuanto antes y tomó su teléfono mientras rogaba a cualquier fuerza cósmica que la voz de su subconsciente que gritaba "piensa mal y acertarás" estuviera totalmente equivocada.

Stone maldijo para sus adentros cuando la llamada entró directamente en el buzón de voz. Marcó nuevamente, obteniendo el mismo resultado. Guardó su teléfono en el bolsillo exterior de su chamarra.

"¡NECESITAS CALMARTE!", clamó mentalmente para sí, intentando detener el flujo de pensamientos que se aglomeraban en su cabeza en forma de un vehículo a alta velocidad, pintando escenarios caóticos y fuera de control cuyo epicentro era el mismo sujeto que la había provocado disparar en lo alto de un edificio.

Phil se preocupó al notar lo tensa que parecía la detective, quien abría y cerraba los puños de las manos en un claro signo de ansiedad. A pesar de lo anterior, prefirió no entrometerse, pues sabía lo sumamente hermética que era con todo lo referente a su vida personal, así que lo atribuyó a algo relacionado con su compañero sentimental, el detective Evans (con quien llevaba una relación de larga data). Lo último que necesitaba era tener problemas con el jefe de la unidad de narcóticos.

El sonido de la alarma del reloj de Phil hizo que Stone diera un respingo y mirara a su compañero, quien había quedado un poco perplejo por creer haber hecho algo mal. Alexis sonrió a modo de disculpa.

El misterio de TaurusWhere stories live. Discover now