Petulantes

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El amplio campo de follaje verde contrastaba con la ligera neblina que se extendía hacia ambos lados de la carretera. El cristal del parabrisas había empezado a empañarse debido al frío de la mañana y sus medias no le daban el calor suficiente. Encendió la calefacción. Stone había pensado en un inicio parar brevemente en su departamento para cambiarse por algo más abrigador, pero la conmoción del momento los había hecho salir directo de San Barts a la escena. Intentaba apartar de su cabeza la idea de que el cadáver perteneciera a Katherina.

Sherlock, por su parte, se había mantenido en silencio (para la tranquilidad de la detective) sin haber pronunciado una sola palabra desde que salieron de la ciudad. Usualmente deseaba meterle un zapato en la boca cada vez que las palabras salían de ésta, pero verlo en silencio también la irritaba, sobre todo por no saber qué pasaba por su mente. "¿Qué pensará sobre el caso?", "¿a qué conclusión habrá llegado con los datos que nos proporcionó el Inspector Lestrade?". "Hígado petulante" pensó y arrugó el entrecejo.

-Cállate.

El comentario fue tan tosco y repentino que por unos instantes creyó que Sherlock le había leído el pensamiento, algo que rápidamente descartó por lo disparatado de la idea.

-¿A qué viene ese "cállate"? -demandó enfadada sin dejar de mirar hacia el frente.

-Estás pensando.

-¿Y qué con eso? -le dirigió una rápida mirada a Holmes.

-Es molesto -dijo acomodándose el abrigo para intentar mitigar el frío que sentía a pesar de la calefacción-, deja de sentir pena.

-¿Pena?, no entiendo -dijo negando con la cabeza y una expresión de desconcierto en el rostro.

Sherlock rodó los ojos.

-Te has estado culpando desde que salimos de San Bartolomé -dijo mientras observaba la vegetación a través del cristal de su ventana.

Stone suspiró, Holmes nuevamente había deducido bien su sentir. A veces se preguntaba si realmente las personas eran tan fáciles de leer, que cualquiera podría hacerlo si prestaba la atención necesaria o si era algo que muy pocas personas (incluido Sherlock) tenían el "don" de hacer.

-Pienso... -las palabras se le aglutinaron en la garganta mientras intentaba poner en orden sus pensamientos- si hubiera tan sólo hecho las conexiones a tiempo, quizás ella estaría a salvo ahora... no habría tenido que ir con nosotros y poner su vida en peligro -dijo mientras el tono de su voz se tornaba melancólico y clavaba la vista al frente de la carretera en un intento por mostrarse fuerte.

-De cualquier forma estaría muerta -soltó Sherlock sin más.

Sus palabras habían sonado más severas de lo que pretendía. El sentimentalismo era algo a lo que todavía le costaba trabajo habituarse; no quería ser grosero pero prefería mantener la cabeza fría para pensar, así era como funcionaba en su mundo (aunque en el fondo sabía que no era el mismo hombre totalmente estoico del pasado: estaba conectado con sus emociones pero en una manera diferente al resto). Se aclaró la garganta y continuó.

-La evidencia sólo muestra una parte de lo que un asesino es capaz de hacer... no se puede predecir el comportamiento de un criminal de manera certera -dijo mientras la imagen de Moriarty dándose un tiro se colaba en su cabeza junto con la de sí mismo disparándole a Magnussen.

Stone se percató del cambio de tono en la voz de Holmes, pero prefirió no hacer comentarios. Había escuchado infinidad de rumores sobre la situación de Sherlock, algunos rayando en lo ridículo, pero no quería ahondar en los asuntos personales de los demás, específicamente en él pese a su creciente interés en saber más allá de lo que decían Donovan y el resto de Scotland Yard sobre el llamado "Detective Consultor único en el mundo". Decidió frenar esa línea y apegarse a cumplir al pie de la letra el trato que le habían ofrecido a cambio de transferirla a la unidad de homicidios.

El misterio de TaurusWhere stories live. Discover now