Capítulo 39: Fiestuqui y una novela mala.

1.7K 107 20
                                    

Capítulo 39: Fiestuqui y una novela mala. 

No sé cómo, pero acabamos todas en una fiesta de la familia Blanco en el enorme caserón de Loretta.

Está petado de gente. Como cien personas a las que Álvaro parece conocer, pues saluda con alegría de aquí para allá.

Yo, por mi parte, me quedo muy pegada a mis chicas, intentando pasar desapercibida mientras pillamos copas de champagne que reparten algunos camareros uniformados.

- No sé qué hacemos aquí...- murmuro.

- ¡Disfrutar de la buena vida!- exclama Tina al tiempo que alcanza un canapé.

Me llevo las manos al rostro.

Qué vergüenza me da, por dios.

Que alguien se la lleve.

Cualquiera.

Mientras las demás bailotean de un lado para otro ante la divertida mirada de los invitados, Kira se acerca discretamente a mí para hablarme al oído.

- Didi, ¿estás bien?

D.p.m.

Sonrío.

- ¿Por qué lo preguntas?

- Porque pareces... preocupada.- contesta con cautela.

Cómo no voy a estar preocupada...

Tengo que ir a juicio...

Porque me reclaman un dinero que no tengo, y que, seguramente, no tendré en bastante tiempo.

Por dios, si es que... le van a dar la razón.

La herencia de nuestros padres debía ser para los dos.

Pero, ¡joder!, él ni se presentó a la lectura del testamento, ni quiso saber nada de mí, del dinero o de la casa.

Y ahora...

- Estoy bien.- sonrío.- Venga, vamos a bailar.

Ella asiente con un cabeceo jovial, arrastrándome hasta donde mis chicas hacen el total ridículo entre toda aquella élite pija.

¿Qué más da?

Si ya saben cómo nos ponemos, ¿para qué nos invitan?

No puedo evitar echarme a reír cuando Tina se pone a hacer el robot.

Las caras a nuestro alrededor son un poema.

Nos van a echar al final.

Pero, sorprendentemente, Loretta y Lena se acercan partiéndose la caja y se unen a nuestro extravagante baile.

Me muerdo los labios para evitar una carcajada ante el movimiento setentero de nuestra anfitriona.

No parece importarles un comino cómo nos observa el resto de la gente, que bailan de forma... normal, adecuada.

Doy una vuelta sobre mí misma al sonido de la música y, a medio camino, Álvaro atrapa mis manos, observándome con una sonrisa divertida.

Sonrío cuando empieza a sonar una canción disco de los setenta y todos, incluido el chico perfecto, se ponen a imitar a John Travolta en 'Fiebre del sábado noche'.

No le pega nada, pero cualquier cosa que hace es jodidamente sexy.

Cierro los ojos un segundo y les sigo, creando una especie de coreografía improvisada y con muchas MUCHAS lagunas.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora