Capítulo 36: Confesiones en un bar.

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No me gusta comer enfadada. Me sienta muy mal. Y me dan arcadas.

Y menos aún me gusta trabajar enfadada.

Maldita Kira.

Y maldita yo por querer protegerla de todo.

Creo que si fuera a ver a un psicólogo me diría que el hecho de que sobreproteja a mis chicas es algo que me viene de mi época del orfanato. El ser una de las mayores me convirtió sin quererlo ni beberlo en la hermana mayor de los más pequeños, la que los ayudaba con los deberes y los protegía de abusones.

No lo digo yo, lo dice las ciencias sociales.

- Hoy estás acelerada, petite fou.

No será por lo que he dormido, que ha sido... ¿nada?

Asiento con un cabeceo mientras recojo un par de cañas de la barra para llevarlas hasta la última mesa.

Quiero que llegue ya esa imprudente para poder echarle una bronca.

Cómo se le habrá podido ocurrir...

- ¡Kira, colega!- escucho exclamar a Eva.

Alzo la mirada de mi bandeja para clavarla en mi amiga, que entra lentamente, muy lentamente, casi quedándose parada en el umbral de la puerta.

- Entra ya, cobardica.- le digo al pasar por su lado para coger su habitual té sin azúcar, sin grasa y sin nada de nada.

Me siento frente a ella en la mesa del fondo, esperando a que me dé una explicación a su absurda decisión.

- Deja de mirarme así.

Haciendo caso omiso a su réplica infantil, me mantengo en silencio, con los ojos fijos en su expresión torturada.

- ¡Didi!- protesta al cabo de un rato.

- No, no me grites, yo no he hecho ninguna tontería... esta vez.

Para una vez que puedo ser yo la que echa broncas y no la que las recibe, lo voy a hacer todo lo bien que se me ocurra.

- Sólo fue...

- Desde el principio- la corto.

Primero me cuentas la historia y luego te disculpas. La cosa va en ese orden.

No lo digo yo, esto es por ley.

- Pues... cuando llegué a casa estaba esperándome en el portal... tenías que haberlo visto, Didi, estaba muy triste, desganado y...

- No me digas que ha sido sexo por pena.

Kira abre la boca para replicar, pero lo cierra al cabo de unos segundos de silencio.

Dios...

Sexo por pena.

De las mil razones por las que follar, ésa es la peor.

Sí, he dicho mil. Un día hablaremos de ellas.

- De verdad que estaba muy triste, parecía muy deprimido y... y me pidió perdón por hacerme daño, me dijo que lo sentía mucho.

Vamos a precisar.

Después del sexo por pena, el peor es el sexo por reconciliación.

De verdad, no volváis con vuestros ex's. En la mayoría de los casos es una idea espantosa, horrible, asquerosa, horrenda, terrorífica, grotesca, desagradable, atroz y monstruosa.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora