Capítulo 37: Ir o no ir, esa es la cuestión.

2.9K 220 16
                                    

Escucho las zancadas de Álvaro subiendo las escaleras y escondo rápidamente la carta en el primer cajón de la encimera de la cocina antes de que llegue a la puerta.

- ¡Abre, gatita!

¿Ga... gatita?

- ¿Gatita? - pregunto en alto al dejarle pasar.

- Estoy pensando en qué apelativo cariñoso puedo usar contigo.

Apelativo cariñoso...

Eso suena muy a ¿novios?

Abro la boca para contestar, pero me quedo un poco atascada, lo que parece divertirle, pues se echa a reír con ganas.

Simon se enrolla entre sus piernas con un ronroneo.

Traidor.

- No te asustes, no te he pedido matrimonio.

- No lo hagas. - contesto precipitadamente.

Niega con un cabeceo sin borrar la sonrisa.

- Me encanta que entres en pánico cada vez que doy un pasito hacia delante.

- Me encanta que hables sin que nadie te pregunte.

Idiota.

Le resbala mi enfado y me sigue hasta el sillón, donde se deja caer muy poco elegantemente. Simon no tarda ni dos segundos en tumbarse sobre sus muslos (sus musculosos y cálidos muslos...).

- Voy a darme una ducha- empiezo a decir-, no me sigas- le advierto al ver que hace el amago de incorporarse.

- ¿No puedo ni echar un vistacito?

Clava esos bonitos ojos azules en mí, pero me resisto con todas mis fuerzas.

Soy una roca, colegas.

- Ya has visto más que suficiente.

Escucho su risa mientras entro en el baño y me deshago de la ropa a manotazos.

Madre mía...

¿Qué coño voy a hacer con lo de Gustave?

No puedo pagar un abogado, y mucho menos la cantidad que me pide. Ni siquiera puedo intentar pedirle dinero al banco, porque, aunque me otorgaran el crédito (con mis ingresos lo dudo), añadir esta deuda me privaría de comer, directamente.

Joder...

¡Qué narices!

¡Yo no quiero pagarle ni un solo duro!

Es que no se lo merece, joder, me dejó tirada como un perro en una gasolinera, y me tuve que buscar la vida solita.

Que haga él lo mismo.

¡Es injusto!

Me froto con fuerza el champú contra el pelo.

- Me cago en todo lo cagable...- me oigo musitar.

En serio, estoy en un lío.

En un lío bien grande.

Aprieto los párpados para evitar las lágrimas de rabia mientras intento quitarme toda la espuma de la cabeza (tardo un rato, es lo que tiene tener un nido de pájaros en vez de pelo).

Estoy bien jodida (no por el pelo).

Salgo de la ducha tras conseguir deshacerme de todo el champú y me echo cantidades industriales de acondicionador sin aclarado para intentar domar esta cosa.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora