Capítulo 31: Hello, sister.

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El lunes por la mañana, y después de haber pasado un delicioso domingo tirada en el enorme sofá de Álvaro viendo películas de Tarantino y comiendo guarrerías, me deja en mi casa para poder cambiarme y hacerle caso a mi precioso minino antes de ir a la universidad para informar a mi tutor de los cambios y para ver las notas de los primeros exámenes que hicimos (hace tres semanas, lo menos).

Que ya era hora, coñe.

Me presento como una señorita formal, con mi vestido azul de secretaria y mis tacones, ante el tutor y le explico con mi voz más dulce (que la tengo, aunque os asombre) que ha habido un cambio en el plan inicial y que mi proyecto de fin de grado ya está realizado a gran escala, más concretamente en la habitación de una niña adorable, que casualmente es sobrina de otro de sus alumnos.

Creo que se le han iluminado los ojos cuando he dicho el apellido 'Blanco', de verdad, no exagero.

A lo mejor por eso no ha puesto problemas.

El caso es que ha salido bien.

Olé olé olé.

Ahora a ver las listas con las notas.

Bueno, con alguna de ellas, porque se toman por aquí una calma para corregir las cosas... exasperante. Soy cool eh, digo palabras de culta.

- Joder, podrías vestirte así siempre.

- Ya te digo, no sabía que estabas así de buena.

Ignorando a los garrulos.

Paso por delante de Julio y Mario, dos de mis compañeros de clase, de esos que se creen graciosillos y no parecen más que dos gilipollas a los que las feromonas les dominan por completo.

- Cuidado con lo que decís- interrumpe Ezequiel (el chico-lapa del rubio)-, es la novia de Álvaro.

Que soy... ¿qué?

Por qué narices le ha dado a todo el mundo por decir la jodida palabrita.

- No soy la novia de nadie, dejadme en paz.

Le aparto de un empujón para mirar las listas.

Díaz, Díaz, Díaz... automáticamente veo también el apellido Blanco, Blanco, Blanco, dos nombres por encima.

7,9 en el primero para mí, 9,4 para él.

9,3 en el segundo para mí, 9,5 para él.

8,9 en el último para mí, 9,9 para él.

...

Le odio.

Y yo me creo inteligente.

- Pero entonces estáis juntos o no.- escucho preguntar a Julio.

- A ti qué te importa.

- Hombre, si estás con el ricachón me callo, pero si no puedo intentar...

Niego con un cabeceo, alzando la mano derecha.

- No intentes nada.

El resto de público se ríe entre dientes y yo me piro.

Pa' qué vamos a seguir teniendo esta conversación tan estúpida si puedo volver a mi casa y quitarme esta ropa tan incómoda.

Dios, babeo sólo con la idea de tumbarme medio en bolas en el sofá a ver la tele... hasta que tenga que ir a trabajar. ¡yuhu!

Salgo al aparcamiento, pero me paro en seco según alzo la mirada.

Pero qué cojones...

¿Por-qué-narices-está-Álvaro-tonteando-con-una-rubia-despampanante?

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora