Capítulo 19: salimos de Guatemala para entrar en Guatepeor.

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No me apetece ir a clase.

En serio.

Pero tengo que ir o Kira se pegará a mis talones como si fuera la Gestapo. Ayer tuve que usar toda mi persuasión (que es mucha) para convencerla de que no me llevaran a urgencias después de la gran potada.

Cuando la gente se agobia llora, insulta, patalea, se toma un tranquimacín. Yo vomito. Me pasa desde niña.

- ¿Qué voy a hacer, gordito?- le pregunto a Simon.

Sentado (¿en animales también se dice 'sentado'?) junto a mí sobre la encimera y con esos preciosos ojos clavados en mi gesto de desconcierto, sólo se le ocurre lanzar un leve maullido antes de enroscarse a mi alrededor, acariciando con la cola mi brazo.

- ¿Y eso qué significa?

No lo sé, pero es agradable.

Le acaricio el lomo y ronronea.

- Lo tomaré como un 'lo que hagas, bien hecho está'.

Ignoro las llamadas perdidas de mi móvil porque sé de quién son. Gustave. Y doy un beso entre las orejitas puntiagudas de Simon antes de salir por la puerta.

Corro hasta el coche y le meto gas (todo lo que da de sí) hasta el portal de Kira, que se monta a toda prisa.

Su bolso lleno de tonterías y aburridos libros sobre medio ambiente me golpea en el hombro cuando lo deja en los asientos traseros y gruño.

- ¡Qué humores!

No lo sabes tú bien.

Después de 10 minutos conduciendo, su mirada de pena clavada en mí termina de enervarme.

- ¡Para ya, coño!- estallo, alzando las manos del volante en medio de la avenida repleta de coches.

- ¡Pon las manos en el volante!

- Pues deja de mirarme así, no que fuera un perro abandonado en una gasolinera.

Soy una niña abandonada. No un perro. Aunque a veces haga... déjalo.

- ¿No estás triste?

¿Eing?

- ¿Triste?- pregunto- ¿Por qué iba a estar triste?

¿Porque mi hermano me amenaza con denunciarme si no le doy dinero? ¿Porque la primera vez que le veo en 10 años es para confirmarme que es un cabrón insensible? ¿Porque su presencia ha revivido en mí recuerdo que me hubiera gustado mantener al fondo del baúl (buscando en el baúl de los recuerdos, uhh)? ¿O quizás porque estoy a punto de terminar la carrera y no le veo ningún futuro? ¿O porque me moriré siendo camarera de un bar de barrio? ¿O a lo mejor se refiere al hecho de que otro tío ha vuelto a utilizarme?

¡¿Yo, triste?! ¡Para nada!

- No sé, ¿no te duele lo de Álvaro?

Niego con un cabeceo, pero siento perfectamente cómo hierve mi sangre bajo la piel en cuanto entro en el aparcamiento de la facultad y veo esa estúpida cabeza rubia pegada al máximo a otra.

Cabrón.

Como si hubiera sentido mi mirada (aunque apuesto más porque ha oído llegar mi tartana), suelta los labios de la Barbie y clava los ojos en mi dirección.

Cabrón.

Doy un brusco volantazo y aparo en el otro lado del parking, quizás demasiado pegada al coche de al lado.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora