Por siempre y para siempre Pt.I

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Lo único que brillaba con luz propia en su patética vida. Una que había estado plagada de tragedias una tras otra y pese a que siempre odió sentir lástima de sí mismo, era la verdad, pero de ella, jamás podría arrepentirse, no cuando le había mostrado quién era en realidad. Ella, que había sujetado su mano mientras todo se desmoronaba en pedazos, siendo lo suficientemente paciente como para aceptar todos sus pedazos y armarlo pieza por pieza.

Confiaba tanto él que nunca dudó, ni un instante, con esa esperanza que desbordaba para él, para motivarlo y asegurarle que confiaba ciegamente, aunque él nunca comprendió quién se la daba a ella. ¿Qué había visto en él, de todos modos?

Harry Potter nunca fue la clase de persona que alguien apreciaría tener en su vida y, sobre todo, no alguien que merecería el devoto apoyo de Hermione Granger.

—Solo aguanta, un poco más, Harry, solo un poco más...— la voz se le quebró, sin dejarla terminar—, solo espera y entonces... Estaremos en casa, solo los dos...

Harry meneó la cabeza con las fuerzas que le quedaban, una acción que parecía tomar cada pequeña porción de energía.

—Yo nunca tuve un hogar— respondió de vuelta, mirándola fijamente y esperando grabar cada gesto, cada pequeña parte de su rostro, ahora contraído por el terror de lo que parecía inevitable—. Pero estoy bien ahora, estoy en casa... Estás aquí.

Las lágrimas en sus ojos terminaron cayendo sobre las propias mejillas de Harry, mojándolas de su desolación compartida. Otra oleada de dolor lo sacudió y ella ahuecó su rostro entre sus manos temblorosas, levantándolo del suelo y dejándolo descansar en su regazo, era tan cálida y reconfortante, que él tuvo la necesidad de acurrucarse contra ella y aferrarse a lo único que parecía real en medio del caos.

Deseó que ella lo mirara, pero estaba tan ocupada esquivando su mirada y analizando la situación de su estado para poder ayudarlo. Deseaba, también, que lo tocara y aunque sus manos lo hacían, empapándose de sangre mientras presionaba la herida y sus dedos se hundían con fuerza en su costado, traspasado la tela de su ropa y enviando calor que, para este punto, era casi imposible de sentir.

Harry se habría conformado con solo escuchar su voz, pero ella solo gemía y sollozaba, meciéndose con él en brazos.

—Por favor, resiste... Por mí.

Ahí estaba, finalmente podía escuchar su voz, incluso ahora que el llanto la hacía parecer acuosa y ahogada, envió calma a Harry. Habiendo aceptado que no debía desperdiciar el tiempo, Hermione se inclinó sobre él y sus cabellos cayeron sobre su rostro.

Él no sintió sus fríos dedos presionando contra sus labios para impedirle hablar, no al menos hasta que se vieron nuevamente ocupados en la tarea de apretar el mojado y desgastado pedazo de tela que impedía que su sangre continuara manchando el agrietado suelo de concreto.

—Es lo que tiene que pasar— reflexionó Harry, sintiendo al hablar sus pulmones contraerse de dolor, pero tenía que seguir—. Me arrepiento de muchas cosas en mi vida, pero tú, eres lo único bueno que he tenido y... Agradezco por ti, Hermione.

No había marcha atrás. Realmente nunca la hubo. Incluso para él, debía admitir que había tenido buenos momentos, ella había estado ahí, después de todo. Permitiéndose ser egoísta, Harry solo pudo alegrarse por haberla conocido, por haber sido feliz cuánto pudo y por morir como le habría gustado vivir.

En sus brazos, resguardado por su calor y escuchando su voz hablándole solo él, con su nombre en sus labios y, sobre todo, sabiendo que aquella maravillosa mujer lo amaba. Sí que lo hacía, y él la amaba mil veces de vuelta, con tanta intensidad que cualquier palabra habría sonado demasiado poco para describirlo.

Harry Y Hermione (one shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora