Capitulo 38: el primer y único...

1 1 0
                                    

 



En la obscura habitación, la cortina roja se mece a merced del viento vespertino. Sentado en un banco, Gabriel con el torso desnudo sostiene en sus manos la toalla ensangrentada. Una a una las gotas rojas se unen al tejido blanco empuñado por la mano cubierta de cuero negro. En su rostro, las huellas de sus lágrimas son la fuente de este rumor escarlata. Las lagrimas que nacen en sus ojos grises se endurecen al contacto con el aire justo antes de caer de sus párpados, así, las lágrimas de cristal que resbalan por sus mejillas abren surcos en su piel.
Ya cansado de limpiar la sangre en su rostro y de ver como su piel se cura sin dejar ni cicatrices ni fantasmas de sus heridas, se pone de pié y sale de su habitación.
Camino al baño se encuentra con un rastro de plumas negras. Con cautela empuja la puerta del baño y ve que no hay nadie además de su reflejo en el espejo. Abre la llave y pone allí la toalla. Entonces, al levantar la vista al espejo ve el reflejo de un grigori, con las alas destrozadas y la cara irrigada por venas doradas.

Gabriel se gira de inmediato, pero al hacerlo se encuentra tan solo con una ráfaga de viento levantando las plumas en el corredor. Ahora se oyen pasos en el corredor. Gabriel espera ansioso por que quien camina cruce la puerta.
Samuel: - buenos días hermano. Dice rascándose los ojos.
Gabriel guarda silencio.
Samuel: - oye arcángel, ¿has visto a Franz… o debería llamarlo Franco?
Gabriel agarra a su hermano por la camisa
Gabriel: - tu lo sabías. ¡Sabías que él no cumplió con su promesa! Por que no me lo dijiste.
Samuel: - porque tu hubieses corrido a salvarles como lo hiciste antes.
Gabriel: - ¿porque llamaste a Franz con el nombre del tercer grigori?
Samuel: - porque ese maldito se hacía pasar por tu criado, mientras informaba a la princesa sobre lo que tu hacías.
Gabriel: -¡mientes!
Samuel logra apartarse para sacar del bolsillo de su chaqueta un papel.
Gabriel: - ¿que es esto?
Samuel: - es un folleto de la exposición de las efigies de cristal que tu amado grigori esculpía con tus lágrimas.
Gabriel observa el folleto con una ilustración del bosque de las cigarras. Al detallar la imagen, descubre que los rostros de las hadas son replicas de los de las mujeres que alguna vez amó.
Gabriel: - ¿que es el bosque de las cigarras?
Samuel: - mi aporte a tu maldición.
Gabriel le asesta un golpe en el rostro.
Samuel: - hermano mayor, por que me golpeas sabes que mi padre odia que lo hagas. Dice con voz infantil.
Gabriel: - ¡callad demontre!
Samuel: - hace mucho no me llamabas así.
Gabriel toma el abrigo sobre la mesa y sale de la casa.
Samuel recoge de su habitación una bolsa, la introduce al auto y se abandona el también la manzana.


El timbre suena. Luchía abre la puerta.
Luchía: - señorita Náyade, ¿donde estaba?, me tenía preocupada.
Náyade entra sumergida en sus pensamientos
Luchía se sorprende de la indiferencia de la joven.
Amanda: - encárguese de que nadie suba a molestarnos. Dice mientras le entrega su pesado abrigo.
Luchia: - por supuesto señora.
Amanda: - ¡señorita! Si no es mucho pedir.

Ya en su habitación, náyade se acerca a la cómoda y saca los diarios de la caja.
Amanda: - Busca entre los últimos.
Náyade:
- ¿que debo buscar?
Amanda: - al primer y único amor de tu madre.

la Laguna de bataviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora