Capitulo 28: la libélula azul...

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Tiago y Samuel se encuentran en el bosque propiedad de los Santierre.

Samuel: no te alejes.
Tiago lo mira con picardía y se aleja corriendo. Samuel lo sigue preocupado.
El niño le toma ventaja. La maleza dificulta su visión; así que Samuel disminuye su velocidad. De pronto la maraña de ramas desaparece; y él choca con Tiago que se ha detenido abruptamente.
Tiago: - Mira eso. Dice señalando al frente.
Samuel observa con algo de asombro la pared de rosas frente a el. Recuerda que fue en ese lugar donde conoció a Náyade. Pero algo le inquieta; si su memoria no le fallaba esas rosas eran blancas y no negras como hoy podía apreciar.
Tiago: - Pensaba que esas rosas eran creadas artificialmente.
Samuel lo mira intrigado: -¿como sabes eso?
Tiago: - porque mi hermano Angello trabaja en un laboratorio donde las crean.
Samuel: - ¿sabes como se llama ese laboratorio?
Tiago: - sé decirlo en su idioma original…creo que traduce a flores de metal.
Samuel: - “rosas de acero”…
Dice para sí mientras el amargo descubrimiento le nubla la vista.
Tiago: -eso es; el laboratorio se llama “Rosa de acero”
Samuel yace ensimismado junto al niño.
Tiago ve como una libélula de gran tamaño se posa sobre una de las rosa; el brillante color azul del insecto lo atrae instantáneamente. No puede contener los deseos de tocarle, le pasa un dedo sobre una de sus alas tornasoladas. De inmediato la libélula reacciona aguijoneándolo con su cola.

Samuel observa como el niño reciente presionando la punzada. Lo toma de la mano y lo lleva a casa. En el camino el niño desarrolló una leve fiebre que logró preocupar al joven una vez inconmovible.


Náyade y Gabriel están sentados en la biblioteca de la mansión.
Gabriel fractura el silencio: - tengo que decirte algo…
Náyade: - es acerca de mi llegada a este lugar.
Gabriel -así es ¿como lo sabes?
Náyade: - muchas cosas han cambiado en mí desde que llegué aquí. No es fácil explicarlo pero tengo la ciego intuición de que algo pasará; muy pronto.

Gabriel se acerca por detrás y la abraza; hundiendo su cabeza en su cabello.
Gabriel: - lo siento mucho.
La puerta principal se azota. Náyade baja a investigar.
Náyade: - ¿que le pasa a tiago?
Samuel: - lo picó una libélula.
Amanda se acerca con ternura a su hijo adormilado por la fiebre.
Amanda: - eso no es tan grave… ¿quieres quedarte aquí no es así Tiago?
El niño abre los ojos con culpabilidad-. - Sí madre; deseo quedarme aquí.
Náyade: - no sabía que se marcharían tan pronto.
Amanda: - no queremos abusar de la hospitalidad de tu familia.

Angello se acerca.
Angello: - ¿que te pasó? Dice sosteniendo la cabeza del niño.
Samuel vocifera con recelo: -lo picó una libélula azul.

Amanda dispersa la tensión diciendo:
- olvidé decirles, ya no viajaré más; he disidido asentarme por completo ahora que los recitales acabaron… esta mañana compré una mansión aquí en batavia.

Tiago salta del sofá y abraza con gratitud a su madre.
Náyade: - no pensé que deseabas vivir aquí.
Amanda: - pero yo lo mencioné un par de veces; este es el tipo de lugar donde siempre ansié vivir. Cuando llegamos aquí tomé la decisión; así que le pedí a mi agente mi agente que comprara una casa.

Angello se pone de pié:
- yo tampoco era conocedor de tus intenciones Amanda.
Amanda: - no te preocupes; ya realicé las modificaciones a la casa; incluso me atreví a trasladar tu laboratorio.

En ese instante el celular de Angello suena. Al ver la pantalla del móvil, sale de la casa ofuscado.
Náyade: - jamás le había visto actuar de esa forma.
Amanda: - hay muchas cosas que desconoces de él.
Dice con tono malicioso mientras repara a Gabriel a sus espaldas.
Tiago: - ¿y cuando nos mudaremos?
Amanda: - …es cierto ¿Náyade nos acompañarías a nuestra nueva casa?
Náyade: - por supuesto. Iré por mi abrigo.
Amanda: - tú también puedes ir Samuel.

Emocionado Tiago lo toma de la mano y le obliga a salir de la casa.
Amanda y Gabriel se han quedado a solas en el recibidor; Amanda observa atenta al joven.
Amanda: - esa es la funda de un instrumento. Si no estoy mal.
Gabriel asiente.
Amanda: - por casualidad no es un cello… Ángela solía hablarme de una melodía que solo había escuchado cuando vivía aquí en batavia. La nombraba con insistencia pues le recordaba a su primer amor: el padre de náyade.

Gabriel se niega a mirar los denunciantes ojos de Amanda.

Amanda: - ¡no te atrevas a lastimarla! Ella no merece que tu decidas su destino…si realmente la amas aléjate de ella. Si no lo haces estoy dispuesta a contarle la verdad.

Gabriel: - ¿que verdad?
Amanda: - una que incluso tú ignoras.


Náyade interrumpe la discusión al bajar las escaleras: estoy lista
Amanda: - ¿donde está Angello?
Náyade se asoma a la puerta: -Estaba aquí hace un momento
Amanda: - Ese muchacho no tiene remedio…tendremos que irnos sin él.

Amanda cruza la puerta.

Rosses: ¿a donde vas? Dice la anciana en tono dominante mientras baja las escaleras.
Amanda: - le he pedido que me acompañe a mi nueva residencia.
Rosses: - entonces, debe ser usted es la nueva propietaria de la mansión de los cerezos.
Amanda: - así es.
Rosses: - le dije que sería una buena compra.
Amanda: - le debo mi gratitud de no haber sido por su intervención; los trámites hubiesen sido mucho más demorados.

Náyade las mira asombrada: -Rosses tú conocías las intenciones de Amanda.

Rosses: - ella me expresó su interés en comprar una propiedad raíz y yo use mis influencias con los dueños de la única propiedad en venta en los alrededores. Me pareció importante mantenerte cerca de tan buenas influencias náyade.

Amanda: - ¿le gustaría acompañarnos lady rosses?
Rosses: sí; ¡Luchía!...
Luchia llega corriendo.
Luchía: - que desea mi lady.
Rosses: - toma los abrigos del perchero. Saldremos por un momento.
Luchía: - pero… mi lady la señorita Mila está dormida.
Rosses: - ella no irá con nosotros.
Luchía: - recuerde que el joven Nathan no está para cuidarla.
Rosses: - ella estará bien. Dijo mientras subía a la limusina.

Apurada Luchía se coloca el primer abrigo que encuentra.

En el auto; Samuel y Tiago platican en voz baja. Mientras lady rosses toma una siesta improvisada.
Luchía: - señorita ¿el joven Gabriel no estaba con usted hace unos momentos?.
Náyade: - tienes razón. Se habrá quedado en la mansión.
Amanda: - yo vi. cuando se marchó a su casa mientras tu hablabas con tu abuela.

Náyade guarda silencio confundida.
Amanda: - ese hombre te causa más heridas de las que puede curar.
Náyade la observa reacia a creer en sus palabras.

El auto se detiene frente a un enorme portón enrejado.

Amanda: - hemos llegado.

la Laguna de bataviaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن