Capitulo 37: anatema...

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Smith arremete contra rosamunda, quien sin esfuerzo lo lanza por el aire y lo azota contra la pared.
Rosamunda: - dime… ¡dime como está mi preciosa Mila!…descríbeme cada detalle.
Smith: - ¡está loco!
Rosamunda:- no es la primera vez que lo oigo, aunque prefiero oírlo de alguien más calificado que usted. Dice mientras se acerca desenfundando la daga.
Smith: - esa muchacha, ¡por qué es tan importante!
Rosamunda: - ella es mi anatema…
Smith: - esa palabra...

Rosamunda lo toma por el cuello y lo arrastra fuera de la habitación hasta llegar a un altar cubierto por una lona negra. Smith está apunto de asfixiarse y cuando el abad retira la lona, los ojos eyectados de sangre de Smith no dan crédito a lo que ven.
Smith: - esta es la pintura que Isabel le regaló a Magenta el día de su cumpleaños…
La pintura de una joven mujer de ojos púrpura y cabello negro, con el torso desnudo y mirando a la esquina inferior del cuadro. El ángel de apariencia idéntica al joven del cello que a sus espaldas y extendiendo ambos brazos por encima de los hombros de la joven cubre de forma sutil los pechos de la mujer con sus manos… Ambos sobrepuestos en un cielo tormentoso.
Smith contempla la sublime obra.
Rosamunda: -“anatema”… mi dulce maldición…cruel designio… ¡maldita bendición!
       
Smith se deja caer sobre sus rodillas…y con los ojos desorbitados dice:
- Grigori…
Rosamunda: - ¡excelente elección!
Dice mientras encaja la daga en la vena yugular de Smith. Y antes de beber su sangre le susurra.
- para ser tus últimas palabras…


Joel se pone de pié y recoge la máscara de oxígeno del suelo.
Joel: - Mila se convirtió en nuestro foco de atención, era fácil hablar de ella como un objeto cuando toda su humanidad estaba oculta tras un manto y un voto de silencio. Por fin, después de tan tortuosa espera; todo estaba listo. La capilla de la abadía fue el escenario y la logia “rosas de acero” los protagonistas.
Estando ya suspendida en el altar por las cadenas aferradas a su piel Mila cerró sus ojos y lloró amargamente; la sangre salpicaba el símbolo bajo sus pies. Intenté detenerme pero era demasiado tarde…una luz blanca inundó el recinto y la honda explosiva nos derribó a todos; incluso a Mila quien se desplomó sobre el círculo alquímico. Pensé que estaba muerta, pero cuando me acerqué a revisar me encontré con una deslumbrante mirada ocre y dorada…justo como los tulipanes Isabella.
La joven desnuda se aferró a mí, de inmediato su olor me llevó a un trance de recuerdos de mis vidas pasadas…
Pasaron los días y por primera vez en años me sentía completo. Aunque su apariencia no era la misma, Mila sin duda era mi amada Isabel. Todos en la logia estaban complacidos con el fruto de tanto esfuerzo; algunos por la implicación económica, otros por el triunfo sobre terreno divino, y otros como Rosamunda por la exquisitez de la apariencia de Mila.
Desafortunadamente, Mila continuaba siendo la sexta princesa y tiempo después de cumplir 20 años, Nathaniel el penúltimo Grigori apareció en su vida. Con su llegada, llegaron también los problemas, pues Mila, como toda princesa sentía atracción por su Grigori y deseaba estar con él en todo momento. Después de mucho debatir se decidió que por el bienestar de Mila, Nathaniel se convertiría en fraile y compartiría con ella todo el tiempo posible. La idea no le agrado en lo absoluto a Rosamunda, quien había desarrollado una insana obsesión hacia Mila. Pasó así un año; y Mila cada vez se alejaba más de mi corazón…sabía que era una princesa, pero algo dentro de mi me decía que esta no era mi Isabel.
Por alguna extraña razón, Mila emitía un perfume que atraía a los grigori; Nathaniel fue el primero, luego Franco, angello y…tu grigori. Encontraron a Mila y a mi junto con ella claro está.
Tantas eras sin vernos habían convertido nuestros recuerdos en sueños febriles; cada uno de nosotros se había hecho humano y como tal se desenvolvía en una rango diferente: Nathan era literato, franco escultor y Angello científico.
Sin mi consentimiento, Mila se convirtió en la amante de mis hermanos; hasta dejarlos sin voluntad. Sabía que algo no estaba bien con esta princesa, así que una noche la confronté. Le dije que sabía que ella no era Isabel, ella por supuesto lo negó y trató de persuadirme con sus besos, pero sus labios no me convencieron. Esa misma noche cometí el error de dejarla escapar; junto con ella se fueron Nathaniel y franco jurando matarme tan pronto se los ordenara la princesa. Esa noche conocí el miedo, las miradas de mis hermanos me lo dieron a conocer… los ángeles furiosos pueden asesinarte con la mirada si así lo desean.
Desde ese día me prometí acabar con el peor de mis pecados y para hacerlo debo asesinar a Mila Santierre.
Náyade: - eso no justifica que usted sea un asesino.
Joel: - ¿te refieres al apelativo de “asesino de las efímeras”? bueno eso es solo una muestra del buen humor del destino. ¿Ves esa piedra? Dice señalando la vitrina.
Ella asiente mientras mira la roca roja.
Joel: - esa el la piedra angular, el artilugio que me ha permitido mantenerme vivo aún cuando mi ciclo biológico caducó hace siglos. Esa piedra sirve para renovar el cuerpo; pero no el espíritu. Así cada vez que mi cuerpo se deteriora debo abandonarlo y en él dejar un trozo de lo que queda de mi alma. Aunque varios de mis asesinatos han sido una confusión, no puedo negar que haya matado por placer, el placer que te brinda ver a una efímera caer al estanque 24 horas después de verla nacer.
Náyade se levanta de la silla y dice: - gracias…
Angello: - ¿es todo lo que quieres saber?
Náyade: - lo que deseo saber solo me lo puede decir una persona. Dice mientras abre la puerta.

Ambos abandonan el invernadero, náyade camina apurada y pasa en frente de la arboleda de los cerezos. Amanda la ve desde la ventana y corre para alcanzarla.
Justo antes de cruzar el portón de la mansión, Amanda aborda a náyade.
Amanda: - que bien que estés aquí 
Náyade: - ahora no puedo conversar Amanda.
Amanda: - hay algo que te debo decir y es realmente importante-
Angello interrumpe: - puedes decírselo en otro momento.

Amanda: - es algo que tu madre me confió hace años.
Náyade: - adelante, te escucho.
Amanda: - entremos a la casa.

Ya adentro, ambas se sientan.
Amanda: - no se como decírtelo…me siento incapaz de sonar racional de solo pensar en decírtelo. Si tan solo hubiera una forma de confirmar mis sospechas.
Náyade: - ¿de que se trata?.
Amanda: - de tu madre y este lugar.
Náyade recuerda el registro escrito que existía en los diarios de su madre de todo lo sucedido en batavia.
Náyade: - en los diarios de mi madre está consignada toda su vida en este lugar.

Los ojos de Amanda se abren desbordando la pupila fuera de su órbita
Amanda: - vamos
Tiago se asoma por las escaleras.
Tiago: - ¿puedo ir?   
     Amanda se le acerca y lo cubre con su abrigo.
Amanda: - no, aún estás enfermo, quédate con tu hermano
  Náyade: - ¿que tienes?
Amanda: - no se que estuvo haciendo anoche, pero esta mañana estaba resfriado. Angello, quédate con él por favor.
Angello: - debo llevarla a su casa.
Amanda: - no te preocupes, yo la llevo. Dice mientras le arrebata las llaves de la mano.
-vamos náyade.

Las dos se suben al auto. En la carretera Amanda abre la guantera y saca lo que parece la funda de un cuchillo.
Amanda: - ¿sabes que es esto?. Dice entregándole la funda.

Náyade jala el mango y desenfunda la daga. El cuchillo de plata con una incrustación de zafiro tallado con una rosa y una inscripción en una lengua antigua destella en el interior de su mano.
Amanda: - ten cuidado… Dime ¿puedes leer la inscripción?
Náyade descubre que en efecto puede hacerlo.
- dice “rosa de acero”
Amanda la mira sorprendida: - es Argot, muy pocos en el mundo pueden interpretarlo. ¿Quien te enseñó esta lengua muerta?.
Náyade: la verdad…no lo sé.
Amanda: - vi que salían del invernadero;¿ acaso conociste a Joel?
Náyade: - sí.
Amanda: - he oído hablar a ese hombre con mi hijo de manera sospechosa sobre una “princesa”, supongo que es algún lenguaje clave.
Náyade: - ¿has estado espiando a Angello?.
Amanda: - cuando tengas hijos comprenderás que las cosas pierden su carga moral cuando de cuidarlos se trata.

El auto se detiene en la mansión Santierre.

la Laguna de bataviaWhere stories live. Discover now