▶ O C H O

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Lauren se sentó en la cama, abriendo lentamente sus ojos y parpadeando para acostumbrarse a la luz.

Algo adormilada miró alrededor, ¿desde cuándo Camila tenía las paredes del cuarto azules?.

Miró aun lado de la cama, había alguien dormido.

La oji verde tomó una gran bocanada de aire y suspiró.

—Camila, ¿puedes preparar el desayuno?—le susurró.

—¿Quién es Camila?—preguntó la chica con una sonrisa coqueta, sentándose de igual forma en la cama.—Yo me llamo Alexa.

Lauren abrió los ojos como platos.

Ay, mierda.

—Pero también te puedo prepar el desayuno.—sonrió.—Lo de ayer fue estupendo.

La chica pálida comenzó a buscar su ropa al desesperada, cuando la encontró comenzó a ponersela.

—Sí, muchas gracias, pero debo retirarme.—le sonrió de lado, ocultando su desesperación y nerviosismo.

—¿Tan pronto?—la chica parecía decepcionada.

—Sí, lo lamento.—salía de ahí rápidamente.

Ya estando fuera se colocó su casco, su chaqueta de cuero negra y encendió su motocicleta.

Comenzó a manejar rápidamente.

No sabía en dónde diablos estaba, nunca había estado en donde sea que era ahí.

Manejó sin rumbo durante veinte minutos, ya se sentía más relajada, pero aun así seguía teniendo ese pánico estúpido.

Algo cansada, paró de manejar y estacionó su moto cercas del parque, en donde se adentró. Era un parque viejo, había árboles secos y bancas blancas oxidadas. Se sentó en una de ellas y suspiró acomodándose el cabello con frustración.



















[...]
























Camila despertó gracias a la gran insistencia en el timbre.

—¡Ya voy!—gritó bajando rápidamente las escaleras.
Abrió la puerta y encontró a una Perrie preocupada.

—Hola Mila, ¿está aquí Lauren?

—No, ¿porqué?—preguntó confundida.

—Ayer estábamos en una fiesta, pero la perdí de vista y no la encontré. Ayer ella consumió más droga de lo usual.

Por un demonio, Jauregui.

—Sube a mi auto.—ordenó—Vamos a buscarla.

La oji azul asintió y subió rápidamente, la morena subió y arrancó.
Durante el camino Perrie indicó dónde había sido la fiesta, la de ojos castaños conocía a perfección esos rumbos, viejos luegares dónde ella frecuentaba para emborracharse.

Recordó aquél hermoso parque en donde solía quedarse con algo de resaca, hermosas bancas blancas con árboles vivos de distintos colores.

Le dijo a la oji azul que buscara por algunas calles mientras ella iba al parque.

Bajó de su auto rosa y caminó al parque, dudó unos minutos. No era como lo recordaba. Se adentró y a lo lejos distinguió a una mujer.
Caminó rápidamente y tocó su hombro suavemente.

—¿Lauren?—le habló.

La pálida levantó su mirada verde y sin pensarlo dos veces se paró a abrazar a Camila fuertemente.

—¡Camila!—exclamó alegre.

La morena rompió el abrazo y miró los hermosos ojos verdes de Lauren, colocando sus manos en las mejillas de la oji verde.

—¿Sigues drogada?—preguntó suave.

Lauren observó a la morena durante unos segundos, ella no estaba molesta, tampoco triste. La gente suele ponerse mal cuando se droga,"Hace mal a los que te rodean".

¡Que egoista de su parte! si supieran que es por ellos que principalmente se intoxican.

Eso era lo que más le agradaba de Camila, a ella le preocupaba su bienestar, pero no la presionaba a dejar de hacerlo.

Lauren ya sabía que estaba mal lo que hacía, sí. Estaba muy consciente de ello y por eso estaba tratando de alejarse. Poco a poco había estado dejando de consumirla, pero ayer se salió de control.

—¿Lolo?—preguntó, levemente preocupada.

—No, yo, no estoy drogada.—tartamudeaba.—O no del todo...—murmuró, haciendo reír a Camila.

—Tonta.—le dijo con una sonrisa de alivio.

—¿Vamos a casa?—preguntó con una sonrisa.

—Vamos a casa.—confirmó, asintiendo con la cabeza.—Por cierto, te ves muy bien con esa chaqueta puesta.—rio, sonrosada.

—Lo sé. Nadie se resiste a Jauregui. ¡Auch!—exclamó, Camila le había codeado.

—Pues vamos, irresistible bombón Jauregui. Mueve tu culo a la casa.—caminaba.

Un Chicle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora