Listo, se acabaron las contemplaciones. Chris se lanzó sobre su presa quien no esperaba el ataque. Batallaron ambos, mientras Dominick lanzaba patadas, mordiscos y puñetazos sin fijarse dónde caían.

Chris Consiguió retenerlo sobre la cama sujetándole las manos sobre su cabeza. Sus rodillas le aplastaban los muslos y Dominick empezó a gritar desaforado.

El chico perdió el control de sus acciones. Gritaba y lloraba como lo haría un niño pequeño. Incluso le escupió para sacárselo de encima. Chris no lo soltaba, quizá de rabia, quizá para que no se hiciera daño sacudiéndose como un pez que arrancaron del agua.

Era imposible entenderle, su tartamudeo redujo sus quejas a sonidos guturales. Chris se rindió al cabo de varios minutos de lidia. Dominick dejó de patalear, pero su llanto no se detuvo.

—Ddddd.... dddddd....mmmee... grirrrrrr.

—¡No entiendo un maldito carajo de lo que dices, cabrón!

Dominick negaba con la cabeza y sollozaba más fuerte.

—¿Qué quieres? ¿Qué te suelte?

El chico asintió apurado.

—¡Pues no!

—Ddddd...ddd......llll...leeee. Mmm... dddd..de... de...

Tendría que adivinar lo que intentaba decirle. Empezando por lo lógico, seguro quería que lo soltara. Tal vez lo sujetaba demasiado fuerte. Era eso, sus manos clavadas sobre los brazos del chico se iban a quedar impresas si se descuidaba. Lo lastimaba, eso era.

—¿Te duele?

Dominick asintió desesperado y Chris no se pudo detener. Lo soltó de inmediato para ver como el chico se contraía como una oruga empapada.

Rabiando todavía, se libró otra batalla para quitarle las prendas mojada. Luego de varias patadas en la cara y un par de arañadas, Chris lo tuvo desnudo sobre su cama.

Sin aliento restante, se abalanzó sobre sus cajones y le aventó una camiseta

—¡Ponte eso!

No hubo respuesta de ningún tipo. Si tenía que vestirlo de nuevo... Dominick escapó de su lado cuando intentó atraparlo. Lo alcanzó sin problemas, pero cuando lo tuvo entre sus manos, tuvo que detenerse.

El mocoso lloraba en silencio. Chris hubiera preferido un golpe en plena cara a tener que ver esa escena. Algo se movió en su mente y tuvo que dejarlo ir. Dominick cayó al suelo y los temblores regresaron a su cuerpo.

Tenía que pensar con la cabeza. Pensar fríamente. Vamos, no era muy difícil deducir lo que le sucedía al chico.

—¿Qué fue lo que te dio? ¡Responde que es importante! —Chris lo tomó del brazo y lo sacudió con fuerza —Dime, ¿qué era?

Dominick no respondía y parecía confundido. Chris tragó saliva para intentar calmarse y volvió a la carga.

—¿Qué carajo te dio? Tienes las marcas de la aguja en todo el jodido brazo, enano de mierda. Si no me dices que te dio, no te puedo dar la medicina correcta para desintoxicarte.

No se iba a rendir, el mocoso casi no podía hablar. Le daría algo para escribiera, si es que podía recordar la droga que consumió.

—Habla ahora. Porque si no lo que te espera es un jodido infierno. Si crees que te sientes mal ahora, espera un rato que te vas a sentir peor.

Dominick lo miró a los ojos y Chris supo que le entendía a la perfección. El dolor era real y podía sentir como sus músculos se tensaban con los temblores. Lo abrazó sin pensarlo, intentando protegerlo de las sacudidas involuntarias, del dolor que iba a sentir cuando los efectos de la adicción se manifestaran con toda potencia.

Rapsodia entre el cielo y el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora