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Advertencias: lenguaje soez, violencia, discurso de odio. El propósito de esta novela es hacer una denuncia social. No apoyo ningún tipo de violencia de ningún tipo. Si alguien se siente ofendido o afectado, recuerden que es ficción. Pero también tengan en cuenta que sucede en la vida real. Eso creo que debería afectarnos en realidad.

Gracias a todos por acompañarnos en esta historia. Espero que nos sigan apoyando en lo que falta.

  Watching some good friends screaming
"Let me out!" 
Under Pressure - Queen

Odiaba ese lugar casi tanto como que a esas horas de la noche todavía estaba sobrio. La puerta de metal que llevaba a aquel bar mugroso, estaba tan pintarrajeada, que casi se perdía con el resto de la pared llena de grafiti.

Chris la abrió de un puntapié, sintiéndose demasiado asqueado como para tocarla con las manos.

El ambiente era el de siempre: borrachos apostados en la barra, humo gris cerniéndose hacia el techo y el bar tender que recibía a todos con cara de mal genio.

—¡Jódete Randy!— le ladró al dueño del local mientras se desplomaba en uno de los asientos.

Tal y como esperaba no hubo respuesta y Chris empezaba a impacientarse. Necesitaba dejar de sentir y empezar a olvidar lo más pronto posible.

Le dio un par de golpes a la barra, demandando atención. El imbécil de Randy se estaba tomando todo el tiempo de este jodido mundo para atenderlo.

Murmuró una grosería y una botella apareció frente a él.

—Ya era hora, ¿qué carajo tiene que hacer uno para que lo atiendan aquí? —y luego escupió al piso.

Randy le hizo una mueca y siguió limpiando vasos con el mismo trapo mugroso de siempre, mientras observaba a la clientela.

A pesar de que detestaba ese lugar con todas sus ganas, Chris usualmente terminaba la noche borracho sobre la barra. Era en medio de todo, parte de su territorio y donde podía estar seguro.

La tercera botella llegó a su encuentro y luego de beberse la mitad, los sonidos a su alrededor empezaron a difuminarse.

—¿Qué haces tú por acá? —una mano le palmeó amistosamente la espalda al borde de triturársela. — A estas horas fuera de tu cama.

Una risa ronca le siguió al comentario y Chris se retorció en su sitio. Era Harris, uno de los hombres de Trevor y ahora le planeaba hacer compañía.

Harris se apoltronó a su lado, él y sus ciento cincuenta kilos de masa que conformaban su cuerpo. Enorme y macizo, Harris ordenó una ronda de tequila.

—¿Y qué mierda estás bebiendo, ah? ¡Mierda, muchacho! ¿No quieres mejor una botella con leche tibiecita?

Una ronda de carcajadas le reventaron el hígado a Chris. Pero no estaba lo suficientemente borracho para enfrentarlo aún.

—¡Oye Randy! ¿No tienes talco para el culo blanquito de Chris? Seguro ya se rosó de tanto estar sentado.

Un sorbo más y Chris estaba listo para partirle el hocico a cualquiera. Se levantó de un salto y se tambaleó escandalosamente. ¡Carajo!

—¡Ya siéntate, hijo! No te vayas a lastimar el culito. —siguió Harris riendo entre dientes.

—¡Vete a la mierda Harris! —Y se lanzó contra la mole aparcada en el asiento del lado.

A Harris no le tomó nada detenerlo de un movimiento ligero. Chris no estaba en condiciones de pelear y él lo sabía. Todos en el bar lo sabían.

Rapsodia entre el cielo y el infiernoWhere stories live. Discover now