Capitulo 1: Teniente y la Academia.

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"Madre, lo logré..."

El sol caía por el horizonte. La brisa aumentaba conforme iban pasando los segundos. Caminó hasta la tumba de su madre y se arrodilló frente a ella, dejando un ramo de rosas en la piedra pulida.

"Al fin me aceptaron en la academia de Atlas. No te defraudaré. Protegeré a las personas, así como tú lo hiciste."

Ver la tumba de su madre siempre le traía melancolía. Le hubiese gustado retroceder el tiempo, o poder alargar la vida de su madre lo suficiente para tener vividos recuerdos con ella. Poder tener más momentos que rememorar.

No.

Se golpeó las mejillas con sus palmas.

Si había llegado hasta ese punto, había sido gracias a ese sacrificio. Ella tomó la decisión de arriesgarse por los que más amaba. De proteger a los suyos.

Estaba orgullosa de ella.

"Espero estés orgullosa de mí."

Soltó un suspiro.

Era hora de irse.

Tomó las maletas que había dejado en el suelo. Había intentado corregir sus malos hábitos de llegar tarde a todos lados, pero no podía irse sin despedirse de su madre. No podía permitirse algo así. No podía alejarse sin decirle un último adiós.

"Adiós, madre."

Le dio la espalda a la tumba. Le dio la espalda a aquella puesta de sol tan reconfortante. Le dio la espalda a la isla que la vio nacer. Era momento de decirle adiós a todo aquello.

No se había sentido de esa forma, ni siquiera cuando se había mudado para ir al instituto, aunque quizás era porque estaría con Yang. Estudiar juntas en Beacon era diferente a estar en Atlas, completamente sola, viviendo en la academia y en la casa deshecha de su tío, el cual no estaría lo suficiente para ser una compañía certera.

Iba a ser independiente. Iba a salir de su coraza. Necesitaba hacerlo.

El viento se llevó los pétalos de aquellas rosas sobre la tumba mientras se alejaba por el sendero.

No iba a mirar atrás.

No volvería a hacerlo.

...

Una mujer a su lado le dio unas palmadas en el brazo. Despertó de golpe con eso. No supo si había logrado babear a la mujer, o solamente había terminado apoyada en ella, pero el rostro de la mujer no parecía para nada feliz de tenerla al lado. Solo pudo darle una sonrisa torpe y un suave "lo siento". Todo dejó de importarle cuando vio la ciudad de Atlas desde la ventana. Todo se veía tan moderno y lujoso. No era lo que más apreciaba de un lugar, pero era un cambio interesante.

El aeropuerto era enorme, lleno de luces, gente y tiendas por doquier. Todos enfocados en sí mismos. Muchas personas de negocios caminando rápidamente con la frente en alto. El aroma a café y a dulces recién hechos hizo que su estómago sonara. Negó. No debía tentarse. Prefería llegar rápido a la casa de su tío y dejar sus maletas, luego podría ir a tomar desayuno a algún lugar cercano.

El taxi la dejó en la calle correspondiente y le ayudó a bajar sus maletas del auto.

La casa se veía tan pequeña por fuera como lo debía de ser por dentro. El barrio no parecía ser el mejor en lo absoluto. No esperaba más, para ser su tío un fan de la bebida y del trabajo. Al menos era una posición cerca del centro de la ciudad. Cerca del bar, se dijo a sí misma.

El aroma de un hogar sin cuidado le revolvió el estómago. La sala de estar era un sofá y un televisor, la cocina tenía lo esencial, y el comedor era aquella pequeña barra con dos sillas que separaba los ambientes. La decoración constaba en las varias botellas de whisky vacías amontonadas en una de las esquinas y en otros sectores de la casa. Debía tirarlas en algún punto de reciclaje cuando se pusiera a limpiar.

Academia Militar de AtlasWhere stories live. Discover now