Capitulo 12: Teniente y la Disputa

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Se puso pantalones, botas, camiseta crema y su sudadera roja. Solo quería que la capucha tapase todo su rostro, porque aún tenía los ojos hinchados y las mejillas rojas.

Miró a Weiss, la cual estaba en la entrada, mirando su teléfono.

Tenía puesto su traje azul, su pistola en su pierna izquierda, su cabello amarrado como siempre tan pulcramente y sus tacones a juego.

Weiss Schnee se veía perfecta.

Verla ahí, tan perfecta, tan bonita, la hizo entrar en la realización de que ambas tenían algo, que esa Diosa se había fijado en ella, y no pudo evitar que sus mejillas se encendieran, y esta vez no era por la culpa del llanto o del enojo.

Se sintió bien el sentir algo diferente.

Escuchó un claxon y su mirada se encontró con la de la teniente, y como si estuviesen sincronizadas, dieron un paso hacía la puerta al mismo tiempo. Podía sentir como ambas estaban evidentemente consternadas con todo lo que se vendría, y su estomago se lo decía, algo realmente no estaba bien y se pondría peor.

Irían a una aventura desconocida.

Creyó que era una exageración lo de la limusina, pero era real. El auto pulcro y acaudalado estaba estacionado frente a su casa, mientras Klein abría una de las tantas puertas del vehículo, esta era la más cercana al espacio donde debería ir el piloto. Parecía un auto normal, con asientos de calidad, pero no una limusina como salían en las películas. Al menos ese sector parecía un auto común y corriente, aunque considerablemente espacioso.

Klein se veía nervioso, no lo conocía lo suficiente, pero era un hombre muy honesto con sus emociones. Era fácil de leer. Sus ojos se veían oscuros, y tristes. Culpables incluso. ¿Porque parecía que todos tenían aquella mirada en sus ojos o sería su dolor tomando el lugar de su lógica?

Miró hacía afuera, intentando despejar su mente, mientras el auto iniciaba su marcha. Ponía notar el piso mojado, así como manchas blancas en el pavimento, sobre varias fachadas de los edificios y locales. Si había nevado al parecer. Soltó un suspiro. Era algo que quería ver, pero se sentía tan vacía que no era suficiente para hacerla sentir mejor.

"¿Lo encontraste?"

Klein dio un salto al escuchar a Weiss, incluso ella misma se sorprendió. Pudo notar como él se incomodaba, incluso con su postura recta y su concentración en el camino.

"Lo siento mucho, copo de nieve, les he fallado a ambas."

Ante la declaración, no pudo evitar mirar al hombre, pero al no poder hacer contacto directo con sus ojos, fue donde los de la teniente, buscando respuestas.

¿A qué se refería?

Los ojos celestes y gelidos la miraron, pero luego miraron al frente, posiblemente teniendo un mejor ángulo para encontrarse con los ojos del mayordomo.

"No fue tu culpa. No sabías lo que estaba ocurriendo, Klein."

Solo quedó más confundida.

Logró ver los ojos de Klein por el retrovisor. Aquellos ojos de color indescriptible hicieron contacto con los suyos, llenos de preocupación.

De culpa.

De miedo.

De tristeza.

"Lo siento, señorita Rose, todo fue mi culpa."

Frunció los labios y se acomodó en los sillones de cuero, intentando acercarse un poco más a los asientos delanteros, para poder escuchar con mayor claridad lo que el hombre tenía que decir.

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