Capitulo 8: Teniente y la Fiebre

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Estar parada de madrugada, sintiendo el frio aire entrando en sus fosas nasales, ardiendo como si fuese tóxico, era una sensación que la hacía sentir más deplorable de lo que ya se sentía antes de entrar en la academia.

Se sentía mareada.

Se sentía fuera de su centro.

¿Por qué?

No lo tenía claro.

No tenía energía alguna para mantenerse firme a esas horas de la mañana. No entendía nada. Ella amaba esa hora de la mañana donde todos se forman frente a las banderas gubernamentales. Donde se ponen la mano en la sien, respiran con fuerza, y le dedican unas palabras honrosas a su futuro como héroes de las naciones.

Nada tenía sentido.

Su rostro se sentía tan caliente que podía sentirlo arder. Quemarle la piel, los huesos, todo lo que encontrara a su paso.

No quiso que eso afectara su rendimiento.

Ella no era de las que enfermaban en lo absoluto. Ella siempre tenía energías de sobra. No iba a dejar que un 'quien sabe que' arruinara lo que había logrado con tanto esfuerzo.

Sus amigos lo notaron. Verla así en las comidas, en las clases, era obvio que algo malo pasaba con ella. ¿Pero que les iba a decir? No estaba familiarizada en lo absoluto con sus síntomas. Se sentía ardiendo. Sentía dolor. Escalofríos. El mundo le daba vueltas.

No iba a perderse nada de la academia.

El instructor de combate les había enseñado unos movimientos para botar y dejar inmovilizado a su atacante. Era maravilloso. Grupos de dos estaban adelante, intentando hacer el movimiento lo más perfecto posible. Lo intentaban una y otra vez hasta que podían hacerlo sin vacilar. Era realmente útil e interesante.

¿Por qué se sentía tan abrumada a pesar de todo?

Solo quería disfrutar todo eso.

Pero era difícil.

Si, a cada momento aumentaba esa sensación extraña. Ese calor penetrante. Ese nefasto dolor que la carcomía. ¿Por qué ahora? ¿Por qué ahí?

Estaba recta. Estaba con su espalda en una posición perfecta. Su mirada estaba clavada al frente. Nunca se hubiese visto a si misma así de aplicada. Sin embargo, solo estaba tensa. Era la tensión la que la hacía ponerse de esa forma. Incluso con sus decenas de compañeros a su lado, incluso así, se sentía sola. Se sentía varada en el espacio y tiempo.

Botada.

Se sentía cayendo en un vacío a sus pies.

¿Porqué?

Miró algún punto en el escenario. Algún punto que no la hiciera sentir mareada.

Solo podía ver esa escena.

Su estómago se revolvía sin piedad.

Aún tenía las sensaciones corriéndole por el cuerpo, como esa electricidad recorriendo cada sector de su espina dorsal.

Podía sentir ese momento. Vivirlo una y otra vez. Experimentar las sensaciones.

La humedad de su piel.

El aroma a café en su nariz.

Su cabello mojado en la nuca.

El calor en su rostro.

La cercanía.

Esos labios.

Ese aroma.

Acercándose cada vez más a su rostro.

Academia Militar de AtlasWhere stories live. Discover now