Capitulo 11: Teniente y la Noticia

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Llegó a la academia el lunes, con aquel regocijo aun en su cuerpo. Aun sentía el aroma de Weiss en su nariz. Aun sentía la sensación de su cuerpo contra el suyo. Era sin duda algo fascinante que no podría olvidar con facilidad.

Se puso firme frente a la serie de banderas junto a todos sus compañeros.

No quería pensar demasiado en eso, ya sentía su rostro ardiendo, y no quería que sucediera un episodio vergonzoso como el día de su fiebre, situación la cual parecía haber sido olvidada por completo por el resto de reclutas.

Podía ver a Weiss a la distancia, siempre bien arreglada, con esa perfección y postura de una princesa. Una heredera al trono. Una futura reina.

Podía sentir su mueca extraña en su propio rostro al dar por hecho que todos veían esa mujer tensa y elegante y no se les pasaba por la mente lo dulce y sexy que podía ser en la cama. Ay. Se mordió la lengua, intentando mantener la compostura y no dejar que su mente se saliese de control. No era el momento ni el lugar, por dios. Pero no era su culpa, todo había sido tan reciente que era difícil siquiera imaginar que había sucedido realmente.

¿Acaso podía estar más feliz?

¿Existía algo que fuese capaz de quitarle aquella felicidad en la boca del estómago?

Quizás no debió pensar eso. Era como jugar con fuego, e iba a quemarse.

Era demasiado tarde.

Una sensación extraña le subió por la columna, un escalofrió que le llegó hasta la nuca. Quizás era por la presencia de Ironwood en la academia. Quizás por escuchar sus botas retumbar en la tierra, pasando frente a cada uno de los reclutas formados frente a las banderas flameantes.

Ironwood pasó frente a ella, y su paso raudo vaciló una milésima de segundo.

No la miró.

Nadie pudo imaginar que estaba haciendo contacto con ella.

Nadie.

Solo escuchó su voz.

"Rose, ven a la oficina de Ozpin."

Y siguió su camino, como si nada hubiese ocurrido.

Frunció el ceño, mientras su pecho empezaba a doler entre sus costillas.

Miró hacia los lados, hacía sus compañeros, nadie parecía haber notado el suceso.

Tragó pesado, intentando tragar también aquel dolor, aquella presión incesante. No tenía un buen presentimiento, podía notar que había algo mal en todo eso por la sensación nauseabunda en su estómago. Hablar con Ironwood era algo que había empezado a odiar. Influía lo sucedido con Penny, pero algo le hacía pensar que no iba a ser diferente esta vez. Habría una discusión sin ninguna duda.

Iba a volver a enfrentarlo.

¿Por qué la llamaba? ¿Se había metido en problemas?

Apenas sonaron las trompetas y se rompieron las filas, tomó dirección hacía la oficina. No había estado en ese edificio desde el primer día, cuando le hicieron las placas de identificación. Se sentía extraño. Se sentía frio. Se sentía desolado. Todos debían estar dirigiéndose al comedor, incluso los instructores.

Supo que era la oficina por el letrero frente a la puerta.

No quiso golpear de inmediato, de hecho, su mano titubeo, sudando ligeramente.

Era diferente a golpear la puerta de Weiss, donde estaba ansiosa y entusiasmada, y claramente nerviosa. Ahora solo estaba preocupada.

¿Qué había hecho mal?

Academia Militar de AtlasWhere stories live. Discover now