Capítulo XXII

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   —¿Exactamente a dónde tenemos que ir?

A cualquier lugar donde podamos hablar a solas. A cualquier lugar donde podamos asegurarnos de que lo que dijo ese maldito ruso no es verdad. No es posible que haya algo corriendo por nuestras venas, capaz de coagular nuestra sangre.

Y no puedo pensar sabiendo que Cunningham, Keynes y Kyle siguen en alguna parte. ¿Mewtwo no me ha escuchado? ¿Por qué no ha respondido? ¿Acaso no puedo comunicarme con él, si él no se comunica antes conmigo?

Esto sería más fácil si pudiera hablar con Lucario... Si no temiera que los rusos pudieran atraparlo...

—No podemos irnos... Detesto admitirlo, pero no quiero dejar a los demás aquí...

Y tampoco puedo creer que lo he dicho en voz alta. Victoria está mirándome como si estuviera viendo más allá de lo que he dicho. Como si supiera más de lo que aparenta. Me hace sentir extraña. Perseguida. Descubierta. Paranoica.

Ojalá ese disparo me hubiera matado, después de que yo vengué la muerte de Skyler...

—Pero tampoco podemos volver a entrar —dice Ian—. Sheryl, no tendremos la misma suerte dos veces.

—No se le puede llamar suerte —espeta la abuela de Lynda—, si ustedes han abierto el camino disparando y matando a esos hombres.

—Le dije que cerrara la maldita boca, si no quiere ser la siguiente —espeta Victoria—. Esto no se trata de ser buenas o malas personas, ni de sus lecciones estúpidas de moral. Esto se trata de que somos nosotros, o son ellos.

—Es irónico que piense eso, sabiendo que estamos ocultos en el hangar —asiente Bradley—. Si ellos no merecieran ser eliminados, no tendríamos que escondernos para que no nos asesinen.

—Necesitamos un transporte que no ponga en peligro a los demás —les digo—. No iremos en los Pokemon. No confío en estos sujetos.

—Ya basta de tonterías, Sheryl.

Victoria viene hacia mí. Me obliga a mirarla de frente.

No quiero que lo haga.

Nunca pensé que alguien podría hacerme sentir... tan intimidada...

—Tu huella estaba en la base de datos, aunque ellos hayan querido detenernos —dice—. Las alarmas están sonando, pero no nos han sitiado todavía. Tienes que decírmelo, porque la vida del señor Cunningham podría estar en juego. ¿A qué trato llegaste con Vadim Yevseyenko?

Mierda...

—Hablaremos de eso cuando hayamos salido de aquí. Ustedes tomen un aerodeslizador. Yo iré a buscar a Kyle.

—¡Espera! —dice Lynda—. ¡No puedes irte! ¡Te matarán si entras otra vez!

—Estaré bien.

—No lo estás. Yo iré contigo.

—No. Quédate, Lynn. Necesito que protejas a Victoria.

Y no hace más preguntas.

Mientras vuelvo para buscar a Kyle, sólo puedo pensar que no podré escapar de Victoria por siempre.

Ya que todas las puertas se abrieron para mí, no puedo ser tan idiota como para caer en sus trampas. Si quieren que vaya precisamente por ese camino, creo que sé perfectamente hacia dónde ir en realidad. Yevseyenko debe saber que no sirve de nada bloquear los candados biométricos para alguien que ayudó a instalar el sistema. Sé perfectamente cómo destruir todas sus barreras.

No hay rastro de Sheryl, y eso es lo que menos importa. Creí que podría encontrarla en estas celdas aisladas que están en los niveles superiores, pero no es sí. Lo único que puedo ver aquí... es que el señor Cunningham confió en la persona equivocada.

Pokemon Re-Start II: SuplicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora