Capítulo VI

302 35 26
                                    


     Cunningham se mueve con soltura en esta casa, a pesar de que no somos más que una visita incómoda que nadie debería querer cerca. Lo único que hace es asegurarse de no pasar demasiado cerca de las ventanas, especialmente de aquellas que tienen las cortinas abiertas. No hay rastro alguno de la dueña de este lugar, lo cual es bastante sospechoso.

Los pasillos dan la impresión de ser eternos, como si cada puerta que cruzamos nos condujera a través de una dimensión desconocida. Tal vez es así. Eso explicaría que la puerta definitiva está bloqueada con un sistema de reconocimiento ocular.

—¿Qué clase de lugar es este...?

Cunningham esboza media sonrisa.

—No debería sorprenderle, agente Crown. No somos los únicos capaces de vivir de esta manera. Si está dispuesta a luchar contra el régimen, son necesarias algunas medidas de seguridad.

—Eso se escucha como si conociera de toda la vida al dueño de esta casa.

—En realidad, nos conocimos hace unos días. Pero al tener una meta en común, es como si estuviésemos unidos desde un par de vidas atrás.

Sin decir más, busca una moneda en sus bolsillos. Golpea tres veces la puerta. La respuesta viene desde el interior. La puerta se abre, y el primo de Lynda nos recibe al otro lado. Parece que el sistema de reconocimiento ocular le ha causado una pequeña irritación.

El sitio al que hemos llegado es impresionante. Podría considerarse como un refugio subterráneo. Un bunker donde tenemos todo lo necesario para vivir. Camas, una pequeña cocina, un área de entretenimiento, y acceso a las cámaras de vigilancia.

Antes de poder fijarme en cualquier otra cosa, soy apresada por un par de brazos delgados como fideos. La enmarañada cabellera rizada de Lynda roza contra mi rostro.

—¡Sheryl, qué gusto verte de nuevo!

Sus brazos aprietan tan fuerte, que bien podría romper mis costillas. Su Pyroar viene hacia aquí también, acariciando mi mano con su nariz.

—También a mí me da gusto verte, pero aléjate de mí.

—Vic dijo que ya te habías recuperado —dice Ian.

—Sí... Eso creo.

Lynda celebra saltando a la espalda de Ian, y él se queja antes de darle un pequeño paseo. Keynes me recibe desde un rincón, con una mirada indiferente. Victoria y Kyle vienen hacia mí. Kyle sólo me mira y asiente. Es más fácil responder a eso, que sobrevivir a una ronda de abrazos interminables.

Este sitio es tan grande, que nuestros Pokemon pueden estar afuera sin que el espacio parezca reducido. Es impresionante. Una verdadera fortaleza. Incluso la abuela de Lynda tiene espacio para cocinar, junto con Hitmonlee. Algo huele delicioso.

—¿Cómo llegamos a este lugar? Esto no parece haber sido encontrado al azar.

—La mujer que nos recibió aquí, ya tenía esta habitación de pánico —dice Lynda—. Parece que tiene su historia. Su primer esposo fue asesinado por la Elite hace quince años. Desde entonces, ella vive con el temor de ser encontrada por ellos. Y con la herencia, construyó esta fortaleza.

—¿Es cierto que todos se encuentran bien? No puedo creerlo... Es como si hubiera estado fuera de combate por más tiempo.

—Lo único que importa ahora mismo, es que ya podemos entrar en acción –anuncia Cunningham.

Pokemon Re-Start II: SuplicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora