Capítulo 20 - Leyendo nuestros cuerpos

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Un molesto frío se coló por mis pies, recorriendome todo el cuerpo. Abrí mis ojos poco a poco, pestañeando varias veces. Una maña inútil e involuntaria... como si con eso fuera a regresarme la luz. Me removí inquieto y estiré la mano tratando de buscar la fuente del calor que me había mantenido durmiendo como tranquilo durante toda la noche... pero ella no estaba.

—¿Dónde estará?

Con pereza, me levanté en la cama y a los segundos percibí dos deliciosos aromas que me fascinaban, hot cakes y chocolate.

—La cocina es el rumbo —dije sonriendo.

Fui hasta el closet y saqué un pantalón deportivo y ropa interior para vestirme... no tenía ni remota idea de donde había caído la que tenía anoche y tampoco perdería tiempo buscándola. Tomé un baño rápido y me vestí.

Aun no podía creer lo que había pasado anoche. Ella... ella era... solo había una palabra para describirla, perfecta. Sakura había mandado al demonio todas sus inhibiciones para hacerme sentir cómodo, para dejarme "verla" y "leerla" a mi antojo. Mierda, ese fue el momento más erótico y sensual de toda mi vida y no me arrepentía de nada, por Dios que no me arrepentiría nunca.

Su cuerpo era hermoso, se amoldaba al mío a la perfección y... cada una de las sensaciones que sentí habían sido... ¡Dios! Sakura hizo vibrar mi alma de tal forma que jamás podría olvidar, ninguna mujer podría igualarla ¡Nunca!

La conexión que sentí con ella había sido maravillosa, excepcional, única... estaba seguro que no volvería a sentir tal cosa con otra mujer. No estaba seguro si había sido por su entrega total o quizás fue su sensualidad natural... pero me había vuelto loco. Tuve que recurrir a todo mi autocontrol para no joder la mejor experiencia de mi vida y lo había logrado como todo un maldito campeón. Para nadie era un secreto que si un hombre estaba un buen tiempo en abstinencia podían ocurrir... vergonzosos accidentes, por eso estaba orgulloso de mi mismo y de cómo había logrado controlar mi instinto para ser suave con ella. Sakura merecía una primera vez lo más perfecta y memorable posible, y esperaba haber cumplido esas expectativas.

Caminé con lentitud, siguiendo el suave aroma de la comida. Escuché el rugido de mi estómago y me toqué la barriga como si con eso fuera a acallarlo. Cuando estuve cerca del comedor, escuché el suave tarareó de Sakura.

Me quedé en el marco del pasillo escuchando su voz. Podía imaginarla moviéndose de aquí para allá mientras cocinaba, vistiendo alguna prenda mía. Una imagen muy tentadora si me lo preguntaban y difícil de olvidar una vez instalada en mi cerebro. Escuché sus pasos acercarse y luego percibí que estaba colocando cosas sobre la mesa, probablemente los deliciosos hot cakes.

¿Cómo debía anunciarme? ¿Debía solamente acercarme y abrazarla? No, eso solo funcionaria si pudiera saber cuando estaba distraída para darle la sorpresa. Resoplé y consideré que lo mejor era llamarla para evitar accidentes, siendo ella tan despistada, probablemente causaríamos uno grande.

El suave tarareó se alejó de nuevo y sonreí. Podía acostumbrarme a esto, me agradaba el sonido en casa, le daba más vida y la hacía más acogedora, pero más que todo, se debía a que ella estaba allí.

—Oye, con calma, Kero —dijo de repente—. Luego te atragantas.

Bien, ya había retrasado mucho el momento y también teníamos una importante conversación pendiente.

—Ninfa.

—¡Oh! Buenos días —dijo y aunque me costara creerlo, la voz inocente de Sakura había cambiado por una sensual y provocativa... o quizás solo eran mis ganas—. Espero no te moleste que haya hecho el desayuno, imagine que tendrías hambre.

La luz que me guía en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora