Capítulo 5 - Su razón de estar aquí

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La noche se me había hecho eterna y ni quería hablar del día...  cada una de las clases se me hicieron interminables. Apenas comenzaban y ya quería que sonara la estúpida alarma para avisarme el final de una para embarcarme en la siguiente.

Rika había notado mi grado de ansiedad y muy amablemente me había ofrecido un té de esos que solía hacer por las tardes, delicioso... pero no me calmó en nada. Aproveche el momento para pedirle de favor que no le dijera a la alumna de Kaho que yo estaría supliéndola hoy...

—No quiero que salga corriendo —dije cuando me preguntó el motivo de mi pedido y ella lo tomó a chiste... Menos mal.

Cuando llegó la hora, por fin, decidí esperar un poco dentro de mi salón para darle tiempo a ella de entrar al salón de Kaho. Me sentía extraño, era como si estuviera asechando a una presa... y era así porque sabía que ella saldría corriendo apenas se enterara que yo era su profesor suplente. 

—Bien, ya es hora...

Salí del salón con paso decidido y en el trayecto me encontré con Hitomi. Me formuló un sin número de preguntas, como siempre lo hacía, pero con un "Lo siento, pequeña. Voy tarde" me disculpé y seguí mi camino. Podía imaginármela molesta y con los cachetes inflados... seguramente me lo sacaría en cara la próxima vez.

Cuando estuve en frente de la puerta, la ansiedad me invadió. Mi boca estaba completamente seca y hasta sentía un ligero temblor en mis manos. Sacudí mi cabeza y entré de lleno en el salón, siendo recibido por la melodía que ella estaba tocando.

Para tener dos meses de haber iniciado, no lo hacía tan mal. Aun así, todavía le faltaba lo más importante, el sentimiento. Estaba siendo delicada y suave al tocar, pero el sonido sonaba completamente mecánico. Solo estaba pulsando teclas y la música iba más allá de eso.

En cierto punto, perdió el hilo y se equivocó de nota, nada grave ya que era algo normal en un estudiante de su nivel.

—Rayos, aun no me sale —dijo soltando un bufido—. Vamos otra vez.

Volvió a tocar y el sonido inundo de nuevo el aula. Me recosté en la pared y me dediqué a escuchar su versión del Canon de Pachelbel. Esta vez, el sonido era un poco más fluido, aun así, volvió a equivocarse en el mismo lugar y eso se debía muy seguramente a que sus manos estaban tensas. No valía la pena seguir escuchando a escondidas cuando ya sabía cuál era su problema.

—Aun te falta mucho, Sakura —dije y escuché claramente cuando retuvo su respiración, asustada—. Creí que ibas a dejarme tranquilo después de haber aceptado aquel helado.

Comenzó a balbucear, intentando darme alguna explicación, pero nada coherente salía de su boca... y estaba decepcionándome cada vez más.

La luz que me guía en la oscuridadWhere stories live. Discover now