Capítulo 3 - Una espía nada común

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Estaba alistando todo para recibir a mi nueva alumna

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Estaba alistando todo para recibir a mi nueva alumna. El día de ayer, Kaho me había mandado a llamar cuando la señora Daidoji en persona, vino a inscribir a la menor de sus hijas para recibir clases conmigo. A diferencia de otros padres, no mostró reservas en cuanto a mi capacidad para enseñar, lo cual fue muy refrescante para mí. Incluso se mostró más interesada en mi persona y mi habilidad musical.

Cuando por fin se fue, Kaho me comentó que estaba muy entusiasmada porque nuevamente daría clases y tendría una nueva alumna... pero al decirme su nombre, sentí un frío recorrer mi cuerpo.

—Sakura Kinomoto... —susurré, saliendo de mis recuerdos.

No solo había venido hasta aquí, ahora resultaba que iba a tomar clases en la misma escuela donde "casualmente" yo daba clases. Eso ya me confirmaba que ella no había parado aquí por casualidad.

—¿Qué rayos querrá esa chica? —me pregunté en voz alta.

No la entendía... y odiaba no entender las cosas. Ella era un completo enigma y no solo porque no la conocía realmente ¿Cómo diablos había dado conmigo? O más bien ¿Por qué rayos me buscó si no iba a hablarme?

—Las mujeres son el peor enigma que puede existir...

—¡Hola, profesor Li! —saludo la voz de un niño.

—Hola Kai. Estas muy entusiasmado el día de hoy —dije sonriendo.

—Rika me señaló a mi compañera nueva... y es muy bonita. Está afuera.

No pude evitar reír ante tal comentario. Yo a esa edad pensaba en dibujos animados, no en chicas.

La alarma me avisó que debía salir a buscar a mi nueva estudiante. Le dije a Kai que me esperara mientras iba por su nueva compañera, ya veríamos cómo resultaba toda esta pantomima de las clases a la niña Daidoji.

Al salir, pude escuchar con claridad la pulcra presentación de Kaho a su nueva alumna, pero al escuchar la suave voz de esa chica detuve mis pasos. Ya no me cabía la menor duda, era ella.

—Buenas tardes. Soy Sakura Kinomoto y espero no causarle molestias —dijo con entusiasmo y nerviosismo.

Me sorprendí al notar que no había olvidado los matices de su voz. Las risas de ambas inundaron mis oídos... posiblemente,  yo era el único que no parecía estar cómodo a su alrededor.

«Tu sexto sentido nunca se equivoca, Shaoran» me recordé, mientras reanudaba mi camino para buscar a la niña Daidoji.

No pasó mucho tiempo cuando sentí a una persona menuda chocar conmigo. No necesitaba verla para saber que se trataba de ella, su característico y dulce olor a cerezas la había delatado, igual que la última vez.

—Yo lo... —hizo una pausa y casi pude escuchar como retenía el aire asustada—. Yo... yo... ¡Lo siento mucho! —gritó sorprendiéndome y escuché como salía corriendo, dejándome allí... con millones de dudas.

La luz que me guía en la oscuridadWhere stories live. Discover now