- A mí no me mires – dije moviendo las manos – Yo no cogería tu casaca favorita sin tu permiso.

- Como sea – se colocó la chaqueta apresuradamente – ¿Todo lo demás está listo?

- Sí, todo está arreglado. Potya está con Anya, ya ella sabe cómo cuidarla.

- Sigo diciendo que debimos...

- Ya está hecho, vamos.

Bajamos las maletas y subimos al auto. A Yuri y a mí nos había llegado una oportunidad en Rusia de repente. Fue algo inesperado, pero bien recibido por los dos. Él quería ver a su abuelo, y yo quería verlo feliz. Además, teníamos que seguir trabajando, y nos darían estadía y alimento.

Todos ganaban.

La entrada al aeropuerto fue un tanto tediosa, ya que una fan reconoció a Yuri y tuvimos que correr para ocultarnos de la multitud que se formó, mas, todo salió bien.

¿Que si debimos salir con guardaespaldas? Sí, debimos.

Pero no lo hicimos.

Nos sentamos en nuestros asientos, y pedimos un café americano para mí, y una manzanilla para mi omega.

- ¿Mejor? – pregunté, sosteniendo su mano.

- Menos nervioso – sonrió tímido – creo que es un avance.

- ¿Quieres contarme ahora lo que soñaste?

Dio un pequeño suspiro y asintió despacio.

- Creo... Creo que el cerdo estaba en problemas – juntó sus manos, frotándolas levemente – lo vi ahí, estaba tan indefenso... Lloraba, gritaba, ¿dónde? ¿Quién sabrá de dónde estaba él? Nunca he tenido esta clase de pesadillas, y no sé qué significan, pero yo solo siento que necesita ayuda.

- Bueno, él nunca ha estado en Rusia, ¿podría ser eso? – cuestioné sereno.

No quería retomar el tema de los mensajes de aquel lunático a colisión, sin embargo... Todo indicaba que así sería.

- No, no creo que sea eso. Ha viajado a otros países... – abrió los ojos de golpe – Ya lo recuerdo – habló enérgico.

- ¿Qué cosa? – lo miré escéptico

- ¿Te siguieron llegando amenazas? – me observó detenidamente.

- N-no sé a qué te refieres Yura – reí seco ante la pregunta.

- Se detuvieron, y él se fue de París... – puso una mano en su mentón, reflexionando en silencio. A veces él podía dar miedo si se lo proponía – ¿Tú crees que...?

- ¿Que...? ¿Qué? ¿Qué lo secuestraron los alienígenas? – le di un golpe suave en el hombro – Yura, él está con Pichit y con Seung-gil Lee, es imposible que algo le suceda.

- ¿Y si conoció a alguien y escapó de Rusia? – susurró triste – ¿Y si nunca lo vuelvo a ver?

- Hey, hey – tomé su rostro y lo atraje hacia mí, besándolo con dulzura – No es bueno que estés triste antes de viajar, piensa en positivo y todo irá bien; lo volverás ver – sonreí cálido.

Se sonrojó por completo, giró su cabeza para evitar todo contacto visual y entrelazó su mano con la mía.

Y pensar que querían quitármelo...

- Voy a dormir un poco, será mejor que tú también lo hagas – sugirió él, a lo que acepté con gusto.

- Descansa – apreté el agarre de nuestras manos – estoy aquí, ¿de acuerdo?

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