Capítulo 18

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Narra Pichit:

- Maldita sea – dije en voz baja, viendo la foto de la noticia que salía en el menú principal de mi teléfono, en la que pura coincidencia, salía un joven de cabello castaño obscuro, silueta delgada y lentes.

- ¿Qué sucede...? – preguntó Seung-gil un tanto somnoliento, moviéndose en la cama - ¿Dónde está Yuuri?

- Pues en el reino de los ángeles... O bueno, allí estará cuando me vea – dije entre dientes.

No me lo podía creer, ¿qué pensaba ese muchacho? ¿Es que acaso no se puede quedar en casa un solo día sin hacer nada raro? Incluso sabiendo en la situación en la que se encuentra y el peligro que corre al salir solo...

Seung-gil suspiró y apoyó su mano en mi hombro, tirándome hacia atrás.

- Ya lo conoces Pichit... Es un idiota – dijo él riendo. – Vas a ver que en cuanto lo llame va a responder – marcó el número del japonés y esperó un par de segundos. De repente paró en seco – Oh no.

- ¿Qué pasa ahora?

- Su celular está apagado... – respondió mi alfa en voz baja.

- ¡NO ME LO PUEDO CREER! – grité exaltado – ¿Es una broma? No, no lo es. Tú no haces bromas – llevé mi mano a mi frente. Todo iba de mal en peor.

- ¿Ahora qué? ¿Tienes idea de dónde puede estar? – preguntó él haciéndome unos masajes suaves en los hombros.

Negué con la cabeza, tomé una sus brazos y los jalé hacia mí, haciendo que me abrazara el cuello.

Su aroma me tranquilizaba, y lo que necesitaba en ese preciso instante era justo eso.

- Prende la computadora, abre el archivo de rastreador y empecemos a trabajar – le dije liberándome del abrazo improvisado.

Él acató mi orden sin chistar, se levantó de la cama y se dirigió a la habitación de artefactos de rastreo.

Desde que empecé mi entrenamiento como mánager de un modelo profesional, descubrí que había una norma fundamental que nunca debía romperse:

"Nunca le quites los ojos de encima al modelo"

Y dado que mi queridísimo Yuuri está más loco que una cabra, se aprovechó de todo y se fue de mi vista... Desgraciado.

- Ten – dijo Seung-gil ofreciéndome un par de audífonos.

- Gracias – dije a la par que me sentaba.

El cuarto de vigilancia estaba equipado con todo lo que un acosador podría desear. La diferencia, estaba en que nosotros lo usábamos por trabajo, no por simple ocio... No siempre.

Yuuri tenía un rastreador en cada una de sus prendas, él era consciente de eso, o al menos se suponía que lo era, era una de las condiciones del contrato.

Sólo que estaba en letras chiquitas en la parte de arriba, a la derecha, así que probablemente no lo notó.

- Está a 48 kilómetros – soltó de la nada Seung-gil.

- ¿Está yendo al hospital en llamas? – pregunté abriendo la boca.

- Vámonos, encenderé el auto.

- ¡Voy a llevar una pistola para darle con el gatillo en toda la cabeza!

- Pichit... - rió él revolviéndome el cabello – Con que lo traigamos ya será suficiente. Desde ya él debe saber que vamos en camino a buscarlo – se acercó y me dio un beso en la frente – te ves lindo cuando te enojas, se te hace una línea en medio de la frente.

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