Capítulo 24

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Narra Yuuri:

Una tenue luz dio directamente a mis ojos ni bien desperté; el sol había salido, y estaba resplandeciendo. Sentía calor, cosa extraña y a lo menos, curiosa.

Me dispuse a levantarme de mi cama, cuando me di cuenta de que mi pecho estaba rodeado por el agarre de dos brazos. Giré mi cuerpo por completo y me di de frente con aquel apuesto ruso. Su respiración era suave y calmada, estaba totalmente relajado. A diferencia de la noche anterior, estaba sumamente tranquilo.

No es fácil revelar toda tu vida.

Pero a pesar de todo, él lo hizo. Se expuso frente a mí, habló de su pasado, de sus anhelos y del porqué de toda la situación.

El porqué de sus tres yo.

El porqué de aquel "accidente"

Cuando mencionó el tema, quise llorar. Quise gritar. Quise dañar a ese omega.

Quise hacer muchas cosas de las cuales no estaría nada orgulloso, es más, quería hacerlas cuanto antes; quería venganza.

¿Venganza?

¿Realmente quería venganza?

El albino movió ligeramente su cabeza, parpadeó un par de veces y sonrió.

- Buenos días Yuuri - dijo todavía con su voz ronca.

- B-Buenos días, Viktor - hablé avergonzado.

¿Cómo podía estar pensando en dañarlo? ¡Era su hermano! Estaba avergonzado de mis pensamientos. Quizás no era venganza, más bien... Justicia. Sí, ese era el término, justicia.

- ¿Dormiste bien? - preguntó, abrazándome, llevándome contra su marcado abdomen.

La calidez que él desprendía me relajaba, me hacía sentir seguro y querido. Hundí mi rostro en su pecho y traté de calmar mi rabia.

- Sí - respondí aún con el rostro oculto - Eres como una blanda almohada, solo que respiras y eres mucho más caliente.

- Claro que soy caliente - dijo entre risas.

- ¡N-No me refería a eso! - chillé sonrojado, golpeando su pecho con un puño débil.

Ambos empezamos a reír. Era la primera vez que veía a Viktor reír de esa manera, natural. Él se sentó en la cama y acarició mi rostro con su mano, la cual a pesar de las muchas cicatrices, era bastante suave.

Me miraba fijamente, como si estuviese analizando cada facción de mi rostro.

- Eres muy hermoso - comentó dulce.

- Tú lo eres aún más - respondí sonrojado.

Me sentí diminuto en ese instante, y toda idea negativa se borró de mi cabeza. Al menos en ese momento.

- Será mejor que nos levantemos - habló él jugueteando con mis cabellos - No puedes llegar tarde.

- ¿No puedes? O, ¿no podemos? - dije recalcando lo último.

- Si tú en especial, llegases tarde... Pichit me mataría - respondió poniéndose de pie - ¿Te importa si me ducho primero?

- C-Claro, no hay problema - me incorporé lentamente - Yo iré eligiendo mi ropa.

Me dispuse a seguir con mis actividades, pero se me complicaron las cosas teniendo aquella silueta enfrente de mí. Solo era su espalda al descubierto.

Y ya sentía que iba a devorarlo por completo.

Su espalda... Tenía cicatrices, al igual que sus manos, solo que esas eran más largas y profundas, como si lo hubiesen azotado.

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