Capítulo 23

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Narra Viktor:

- ¿Viktor... Nikiforov? – preguntó confundido.

Tomé sus manos y las apreté ligeramente, él se veía perdido en todo sentido. Debía estar pensando que era un mentiroso.

Y vaya que lo era. Le había mentido acerca de mi identidad, mi pasado y por poco le miento de mis sentimientos...

- Creo que será mejor que nos sentemos – dije con calidez – esto va a demorar bastante.

- E-Está bien – respondió nervioso.

Ingresamos a la suite y cada uno se sentó en un pequeño sofá; uno frente al otro.

- ¿Por dónde debería comenzar todo esto...? – pregunté en un susurro, más para mí que para Yuuri.

- Escucha – habló él con sutileza – No quiero presionarte, ¿de acuerdo? Solo quisiera saber la verdad sobre ti.

En ese caso, habría que comenzar desde abajo.

- ¿La verdad? – pregunté mientras cruzaba mis brazos – Te diré la verdad Yuuri, toda la verdad si deseas, pero tal vez al final... No vayas a creerme.

- Te prometo que lo haré – dijo él con seguridad – Quiero conocerte realmente.

- Eres el primero que por fin lo hará – murmuré con frialdad.

- ¡Entonces quiero ser el único que conozca el verdadero amor de Viktor! – dijo decidido, armando un puño con su mano. Agitó su cabeza y la bajó avergonzado – L-Lo lamento, a veces me emociono por cosas como éstas...

- Te ves adorable cuando lo haces – comenté – En fin, empecemos.

» Para empezar, mi nombre real es Viktor Nikiforov. Originalmente soy un huérfano ruso cuyo único legado por parte de mi padre fue una cámara antigua, algunas fotos viejas y una carta deseándome lo mejor en la vida.

Crecí en un orfanato lejos de la ciudad y la tecnología, rodeado de mucha naturaleza y monjas amables. Tuve una infancia feliz.

Hasta que cumplí seis años. Cómo desearía poder volver a ese día para cambiar las cosas...

El mismo día de mi cumpleaños, la directora del lugar me llamó a su oficina, yo no sabía cuál era la razón, hasta que vi a una pareja parada frente a la ventana de la habitación, tomados de las manos:

Él era un alfa alto, de pelo blanco y ojos celestes como el cielo. Un alfa de semblante serio y con un físico totalmente trabajado. Portaba un traje formal y un reloj pequeño en la muñeca izquierda, el cual observaba cada dos minutos.

Ella era una omega delgada, de baja estatura y de cabellos castaños, con tez clara como la nieve de las montañas y unos ojos marrones risueños. Desataba energía y felicidad por cada rincón de su cuerpo. Su vestido... Era de flores, de flores de muchos colores.

Era como ver dos polos opuestos.

De pequeño no sabía cómo podía clasificarlos, pero ahora estoy seguro de algo: ella era un ángel, y él es un demonio despiadado.

Recuerdo claramente nuestra primera charla en aquella sala, la recuerdo como si hubiese sucedido ayer mismo. Ella fue la que empezó a hablar, ella los presentó a ambos. Él me miraba fijamente y no soltaba la mano de la omega por nada; era como si estuviesen atados.

Hubo un momento en el que él se agachó para estar a mi altura, tomó mi mentón con su mano y me sonrió diciendo: "Espero muchas cosas de ti, Vitya".

Fue allí donde todo comenzó.

En cuestión de días, mi panorama cambió drásticamente. Me despedí de mis amigos y amigas, y me fui a vivir con mi nueva familia a su hogar; mi hogar. Era una mansión gigantesca, con altos muros rodeándola por completo, alejada de todo, oculta y con muchísima seguridad.

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