Día de flores: 2 (+18)

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Capitulo largo X3







Indila




Forcejeamos bastante. Ella tiraba de mis caderas mientras yo trataba de alejarla, mis manos se posaban en sus hombros y empujaba ligeramente. Me negaba a ceder, pero ella aumentaba el calor de sus palabras, rosando mis oídos, sus labios encontraban esos puntos erógenos en mi cuello, cerca de mi vientre, en mi pecho.

¿Pueden culparme?

He pasado demasiado tiempo sin acción – prácticamente soy virgen de nuevo! (/=_=)/ - Pero fuera de eso, jamás me habían tratado de esta manera. No como objeto sexual, si no como a la criatura más hermosa y amada del mundo.

Se detuvo un segundo para mirarme, toda sonrojada respirando entrecortadamente y con el corazón en la mano. Luego alargó una risita, sus delgados labios dejaron ver un pequeño colmillo sobresaliente – esta chica es coqueta y lo que le sigue - sus ojos viajaron lentos por cada extensión de mi cuerpo, apreciando delicadamente el panorama, como bestia acechando a su presa, no sabiendo donde atacar primero. Volvió a sonreír, las comisuras de su boca se alzaron con picardía...

Una sola de sus sonrisas me hacía derretir... ella estaba feliz. Increíblemente feliz.

- Mía... Amor, eres mía.

La calma y aterciopelada voz, provocaron que todo dentro de mí se estremeciera.

¿Todo esto es provocado por el celo? Porque no se siente de esa forma.

Me siento protegida y amada. Como nunca en toda mi vida.

Al igual que ella, me dediqué a observarla. Su hermosa piel dorada, los ojos más penetrantes del mundo que podrían devorar tu alma. Su esbelta y gran figura... era realmente hermosa - ¿Cuál será su verdadero tono de cabello? Quiero saberlo, todo, todo de ella.

No podía mentir al respecto, ya no.

Desde hace tiempo... Moría porque me tomara.

...

Justo donde lo dejamos aquella noche, nos encontramos con pocas prendas, una encima de la otra (yo era la de abajo) y con un abrazador deseo por fundirnos la una con la otra.

Pero esta vez era diferente.

Por alguna razón, mi cuerpo se sentía... en control. Mi mente decía no, pero realmente toda mi naturaleza expresaba algo completamente distinto. Cuando antes mi vientre ardía en dolor y sufrimiento, ahora al verla frente a mí concentrada en hacerme sentir bien y segura de lo que deseaba, se sentía bien, correcto... me quería, me amaba. A mí, una mujer viuda. Una Omega rota. Quería a la actual yo, llena de defectos.

Amaba a Indila, como ser humano.

Esta vez no tenía que rogar porque me tocara, como en la desesperación de aquella ocasión, porque ella deseaba hacerlo con todo el corazón. No tenía que provocarla, pues se podía respirar la pasión y la admiración desde el aire a nuestro alrededor.

La Danza De Indila (Gl)Where stories live. Discover now