Cap. 12.3 - Rumbo al trono

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El inicio de la guerra de reconquista de Gales se había prolongado demasiado tiempo por culpa de la falta de entendimiento entre el príncipe Alaris y el duque Alexander, quien se negaba a participar si no se cumplían sus demandas de expansión territorial y eso era algo que Alaris simplemente no podía aceptar.

Aquella mañana, el príncipe se reunió con sus aliados cerca de la frontera con Gwynedd pero su primo Alexander no acudió a la cita. Los nobles sabían que una guerra sin la caballería de Alexander sería insostenible, pero Alaris, al verlos a punto de retirarse de la alianza los calmó y les pidió paciencia.

— No se preocupen. El duque Alexander se dará cuenta de que sus peticiones no serán aceptadas y acabará sumándose a nuestra alianza. No debemos desistir ahora pues es la única oportunidad que tenemos, no solo de recuperar nuestras tierras, sino de frenar el avance de los daneses en la isla.

El Sajón Bernard intervino también apoyando al príncipe.

— El rey Alfredo está a punto de ser derrotado. Deben actuar ahora.

Garrod, Marc, Oswy y otros cuatro nobles ahí reunidos guardaron silencio quizás pensando en una solución al dilema, pero nadie tomó la palabra aún. Alaris, al verlos escépticos, volvió a pedir su colaboración y su paciencia.

— Sé que les pido demasiado con llevarlos al frente siendo inferiores en número, pero tengo fe en que si lanzamos el primer ataque, los que ahora no están peleando se unirán a la batalla y ganaremos hombres en cada pueblo que liberemos. Incluso la caballería de Powys se unirá a la lucha.

— No, ese no es un buen plan — intervino Garrod —. Hay un fuerte ingles bajando las montañas, en el Cruce, y en sus alrededores está concentrada la tercera parte de las fuerzas de Mercia. Si avanzamos hasta él, no podremos tomarlo antes de que las otras dos terceras partes acudan para reforzar. Te aseguro que si avanzamos en territorio ocupado no lograremos pasar del Dwyryd, eso está claro para mí.

Y Marc:

— Hay aproximadamente mil ingleses en la isla de Anglesey. Hay alrededor de cuatrocientos más repartidos en los pueblos mayores; principalmente en Bardsey, Treffor, Bangor y Morfa, hay otros doscientos hombres cuidando el puente del rio Menai. Mas los ochocientos que están en el fuerte del Cruce, son aproximadamente dos mil cuatrocientos solados ingleses.

— Y seiscientos más en Conwy — dijo Oswy.

Como si no fuera suficiente el mal panorama que ya tenían enfrente, Marc comenzó a contar los efectivos propios y sus palabras fueron como una pesada losa para las expectativas el joven príncipe.

— Nosotros tenemos mil quinientos hombres, la mitad son irlandeses, una cuarta parte son soldados de Conwy y la otra cuarta parte son de Gwynedd. Temo decir que con esos números no lograremos enfrentarnos a este enemigo.

Todos tomaron aire y clavaron sus ojos en el mapa hechizo que tenían enfrente. Allí estaba marcado el fuerte del Cruce con una miniatura y su ejército conformado por ocho fichas, también miniaturas de madera. Aquel que les esperaba cruzando la frontera, no era un ejército muy numeroso, pero seguramente aprovecharían las murallas para refugiarse y de ese modo retrasarían el avance galés el tiempo suficiente para movilizar a los hombres repartidos en los pueblos y en la isla Mayor. El obeso Oswy fue quien se aventuró a exponer las malas noticias diciendo de este modo.

— Por más ganas que tengamos de vencer a la alianza anglo-danés, no podemos hacerlo sin un ejército suficientemente grande y entrenado. Esperábamos contar con la ayuda de Alexander, pero no vino a la reunión y esa es señal de que no participará en la guerra.

El Imperio Sagrado II: Los hijos del oscurantismoWhere stories live. Discover now