Cap. 11.5 - Los libros prohibidos

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La ciudad de Praga no era una ciudad nueva, había existido como villa desde tiempos ancestrales pero no fue sino hasta el ascenso del rey Mojmir, Padre de Rotislav, que la ciudad fue convertida en una urbe importante. Algún día se convertiría en una de las capitales más bellas del mundo, pero por ahora era un plan urbano a medio construir y por el cual transitaban al año, miles de visitantes que comerciaban en todo el territorio de Bohemia.

El material con el que estaban siendo construidos los edificios más nuevos, era el mismo usado en la ciudad de Austria, una piedra caliza casi blanca que finalmente coronaban con tejados rojos, lo que le daba un toque elegante y distinguido según los constructores. Pero lo que más hacía memorable a aquella urbe, es la eterna cobija de niebla que le brindaba un toque místico, como si de un paisaje celestial se tratara.

Praga era la segunda ciudad más importante del imperio de la Gran Moravia, después de Mikulčice, la capital y Mislav en verdad jamás pensó visitarla luego de su exilio. Extrañamente ahora estaba frente a sus puertas y enseguida notó que los casacas azules de la guardia de Rotislav, estaban siendo reemplazada por un ejército en rojo con blanco, perteneciente al Sacro Imperio.

En aquellos días, había toque de queda tanto para los nobles como para los plebeyos. Todos tenían órdenes de no salir de sus casas o palacios a menos que tuvieran un permiso especial de los soldados germanos y es que el emperador Luis sabía que la gente no estaba feliz con aquel cambio de poderes. Los atropellos de las nuevas autoridades estaban a la orden del día y ya había algunos heridos por golpizas propinadas con despotismo. El palacio, la plaza, las puertas, todo estaba tomado por el Sacro Imperio y la gente comenzaba a tener miedo y a la vez, a sentir indignación y enojo por tantas injusticias de parte de las fuerzas germanas.

Los soldados de casacas rojo con blanco enseguida cerraron el paso a los tres viajantes, Mislav, Lance y Athan y los cuestionaron sobre sus motivos para visitar la ciudad.

— Fuimos enviados de Passau a ver al arzobispo Methodius — dijo Mislav en idioma Deutch y los hombres finalmente los dejaron entrar. El sagrado sabía cómo tratar a los soldados y como envolverlos con mentiras y el hecho de conocer el idioma la daba una gran ventaja. Los tres viajantes enseguida se dirigieron a la catedral y la encontraron hermosa y gigantesca. Algo que había que reconocer es que Rotislav, con su campaña separatista, había sabido impulsar el desarrollo de Moravia y la gente parecía venerar su legado.

Estando de pie a las puertas de la catedral, Lance se detuvo a mirar las puertas talladas del edificio y observo un símbolo de la cruz pero con ligeras variaciones con respecto a la cruz tradicional. Tenía una segunda barra horizontal sobre el puente pero más corta y una tercera barra mucho más pequeña en la parte baja del poste.

— Esta cruz es la que está pintada en las iglesias de Constantinopla — susurró Lance y Athan negó con desaprobación mientras completaba.

— No entiendo la guerra de ortodoxos y romanos. Deberían simplemente deja las excusas y decir que lo único que quieren es expandir sus fronteras para aumentar su poder.

— Entonces, ¿eso es? — volvió a hablar Lance —. ¿La pelea por Moravia no es sino una treta de ambas iglesias para ganar terreno en Europa?

Mislav gruñó y finalmente asintió con la cabeza.

— Así es, Rotislav quería romper sus lazos de vasallaje con el Sacro Imperio y por ello se alió a Bizancio, utilizado a los hermanos Cyril y Methodius para sellar esa alianza. Ahora, como puedes ver, el poder Bizantino y la iglesia de oriente se extendió hasta la frontera germana.

— Y ahora nosotros hemos ayudado al imperio occidental a recuperarla — finalizó Athan.

— Suficiente palabrería por ahora. Tenemos que entrevistar a un arzobispo y sería bueno que no nos separemos. Entraremos los tres, si no tienen objeción y no quiero que ninguno de los dos le vaya a cuestionarlo sobre estos temas.

El Imperio Sagrado II: Los hijos del oscurantismoWhere stories live. Discover now