Cap. 11 - La caída de Rotislav

473 29 2
                                    



El guerrero sagrado, Mislav, había estado toda su vida en contra de perseguir la venganza, pero aquel día no podía evitar sentirse bien por estar cumpliendo una. Y es que la campaña que estaba a punto de iniciar estaba muy cerca de ser una venganza personal, o al menos la satisfacción que le causaba era un sentimiento similar.

La única cosa que le daba motivos para ser autoindulgente en todo aquel asunto, era el saber que además estaba persiguiendo un objetivo más profundo y valido, que era el saber si en realidad su propia hija estaba viva. Entonces se repetía que aquello era justicia, no venganza y la satisfacción que sentía por estar cazando a un predador quedaba ya en segundo término ante lo que era el momento cumbre de su vida, el reencontrarse con su pasado y desenterrar un secreto de vida que se le había ocultado por más de dieciséis largos años.

— Tengo mucho tiempo sin hablar contigo, amada Laura — dijo Mislav ante el altar de aquel rustico templo —. Tú solías reconfortarme durante las largas noches en el campo, en las montañas y en el monasterio y eras tú la única que podía brindarle algo de paz a mis noches. Luego de que me aparté de ti, mi corazón se fue tornando de acero y no pude ver que mi misión se volvió una obsesión que me llevó a realizar los mismos actos que un día repudié. Ahora me dedico a entrenar a un joven para enfrentar y aceptar la muerte — Mislav tomó aire y no permitió que la humedad en sus ojos se convirtiera en lágrimas, luego continuó —. Una vida sin vida, consagrado a la guerra y al odio, es un destino que tú siempre quisiste evitar para mí. Ahora me encuentro al final de mi camino con la oportunidad de renacer y vivir, aunque sea por un momento, ayúdame a encontrar a nuestra hija y ayúdame a explicarle lo sucedido. Ayúdala a ella a entender y pase lo que pase, no vuelvas a permitir que me aleje de ti. Sin ti no puedo seguir y lo sabes, te necesito igual que hace veinte años, igual que se necesita el comer o el respirar.

Mislav se puso en pie y se persignó esta vez mirando a la estatua de su Dios que tenía al frente. Oró de la forma habitual y salió del recinto sintiendo un miedo inexplicable que tenía años sin experimentar. Estaba nervioso como si se fuera a encontrar con el amor de su vida y como no habría de ser así, si una hija, la más esperada y amada desde antes de su nacimiento, la que se le negó conocer y la que podría cambiar su vida para siempre, estaba a punto de volver y no quería que se le fuera a escapar de las manos nuevamente. No podía permitirlo.

Un ejército pequeño partió esa misma tarde a Bratislava pero el duque Svatopluk no iba con ellos. El sobrino de Rotislav había partido un día antes para adelantarse y llevar al rey a la trampa en donde lo arrestarían y posteriormente entregarían al Sacro Imperio, acusado por crímenes en contra de la iglesia romana. Si el duque de Blatongrad lograba su objetivo, el ejército comandado por Vlad los encontraría en el monasterio y entonces Moravia tendría por fin un nuevo rey.

El ejército comandado por Vlad, compuesto por unos doscientos hombres, cabalgó al norte a toda velocidad y al ocaso del tercer día llegó a su destino. Montaron un rustico campamento y cenaron sus últimos víveres.

Todos estaban nerviosos como aquellos que atentan contra su rey, algunos parecían incluso arrepentidos de haberse embarcado en aquella terrible empresa. Vlad era uno de ellos. Tenía miedo, pero por algún motivo, el viejo Mislav, quien estaba a su lado, le daba fuerzas para continuar. La seguridad que Vlad extraía de Mislav era suficiente para no flaquear ni entrar en pánico. La verdad es que el alguacil había dejado, de cierto modo, que el sagrado comandara la expedición pues sabía que él ex conde, tenía más experiencia en la guerra y era más inteligente. Sin embargo, no era Mislav quien llevaba públicamente la voz de mando, sino que se mantenía como una voz susurrando consejos al alguacil y guiándolo en secreto para no restarle autoridad ante sus soldados.

El Imperio Sagrado II: Los hijos del oscurantismoWhere stories live. Discover now