―No, me refiero al señor Armen.

El rostro de Koller parece perder el color, pero rápido se recupera y se levanta de su silla, alisando su bata.

―Tiene que ser algo importante para que los dos hayan venido.

―Eso parece. Ha convocado a todos.

―Entonces es mejor ir y no hacerlos esperar. Tomemos esto como un pequeño descanso para reorganizar ideas ―dice mirando a Kyla, quien con algo de renuencia abandona su lugar.

―Vayamos.

Todos abandonamos los laboratorios y seguimos a Dala. Miro un poco curiosa a Koller, no parece temer, pero si tenerles respeto. Me intriga un poco. He escuchado sobre los primeros y también aquellos fundadores más poderosos. Lo dicho, incluso entre vampiros existen jerarquías, es solo que ellos no parecen molestarse en mostrarse a todos, más bien distribuyen órdenes.

Mientras más nos acercamos a la sala, veo un mayor número de vampiros y también algunos humanos. De acuerdo con Marine, no son muchos los que interactúan con nosotros.

Las puertas son grandes y cuando ingresamos, me encuentro en un espacio casi tan amplio como una cancha de futbol, solo que lleno de rostros pálidos y hermosos. Porque nadie puede negar la belleza sobrehumana que posee un vampiro.

Nuestro pequeño grupo permanece cerca de la puerta, desde luego que Kyla y Koller no pueden esperar para volver a su trabajo y yo, por mi parte estoy más cómoda en presencia de pocas personas o vampiros.

Miro al frente, donde todos los reunidos observan. Hay al menos 6 vampiros en la plataforma, no hay estrado, ni micrófono, aunque con la buena audición de los vampiros no creo que sea necesario. Reconozco tres de los guardias que acompañan al par de fundadores que encabeza el grupo. Una de ellas es Anisa, otro es Abiel y también esta ese vampiro, Liel. Los dos fundadores, no solo destacan por sus vestimentas, sino por el color de sus ojos, además de esa aura de poder que pareciera envolverlos. Su presencia tiene cierto efecto. Lo había dudo, pero parece ser verdad el hecho de que siendo fundadores tienen control sobre nosotros.

Eso no me gusta.

Con una señal del brazo de Anisa, los pequeños murmullos desaparecen. Uno de los fundadores da un par de pasos al frente y sus ojos tan peculiares nos recorren, como si estuviera asegurándose de que prestamos atención.

―Tengo un aviso que hacer ―su tono de voz es firme, a pesar de su aspecto jovial―. Como todos saben, los ataques a la ciudad se han incrementado en los últimos dos días. Este lugar es seguro, no obstante, hay rumores de que pronto habrá bombardeos en los alrededores.

Algunos jadeos y murmullos se escuchan, pero rápido se apagan. Es cierto, este lugar había estado exento de los ataques directos, quizás es por eso por lo que en ocasiones olvidaba lo que acontecía fuera de las paredes.

―Me temo que incluso podríamos quedar en medio del ataque ―continua. Ante su declaración mi mente revive esa última llamada, antes de escuchar los gritos de mi familia―. Sin importar que tan firme sea este edificio, no resistirá. Tendremos que dejar el lugar.

―¡¿Qué?! ―jadea Kyla.

―No podemos ―musita Koller, luciendo como si acabaran de golpearlo en el estómago.

―Las nuevas instalaciones aún están en construcción, por ahora serán transferidos a estancias temporales. A partir de hoy, iniciaran los vuelos para el personal humano y al anochecer para el resto. Tienen 48 horas para ser trasportados.

Da un paso a atrás, permitiendo que hable el otro fundador.

―Los que forman parte de la guardia reúnanse con Abiel y Anisa, ellos les darán indicaciones, el resto espere por ellas. Esto es una orden ―termina y sus palabras parecieran ejercer una especie de compulsión.

Yo no tengo problema alguno, pero Kyla y Koller no parecen felices. Aunque tampoco les dan oportunidad de replicar, los vampiros que han dado el aviso simplemente se han ido. El resto de los presentes lentamente comienzan a dispersarse.

Me cuesta asimilar esto, aunque era de esperarse. La pregunta es, ¿existe un lugar seguro en una guerra? Lo dudo.

―¿Nos vamos? ―pregunto a Koller y Kyla, Dala se ha marchado.

―Danos un momento ―balbucea Koller―. Tenemos que hablar con Regan.

―Definitivamente ―asiente ella, con expresión decidida. Me estoy perdiendo de algo.

―Pero... ―No puedo ni comenzar a hablar, se mueven y tengo que seguirlo, cuando se abren paso hasta acercarse al otro lado del lugar, pasando detrás de la plataforma, donde ahora los fundadores parecen se disponen a marcharse.

De cerca son aún mas imponentes. No solo sus ojos, el aura que desprenden.

―Señor Regan ―saluda Koller, mirando al primer de los vampiros que habló. El que se distingue por su expresión seria.

―Koller.

―Hay algo que necesitamos hablar...

―No tiene nada de qué preocuparse, ya han tomado medidas para transportar todos los equipos. Demoraran un poco, la prioridad es poner a todos a salvo, pero tendrá algunos repuestos...

―No es eso ―dice nerviosamente, antes de que Kyla tome la palabra.

―No podemos irnos ―declara con firmeza―. Estamos en una etapa crucial, movernos implicaría exponernos a errores.

El otro fundador de aspecto aburrido les ignora y se marcha seguido por sus escoltas o esa impresión me da por cómo se mantienen a su espalda.

―Nosotros no somos inmunes a las bombas y quedar en medio de la confrontación no es bueno. No pueden quedarse.

―No es tan fácil, podríamos perderlo todo. Esto es muy importante.

―Lo lamento, todos tienen que salir. Tal como se ha indicado.

―Podemos quedarnos solo nosotros―insiste Kyla, no pareciendo dispuesta a ceder―. Este lugar es seguro, estamos en la parte más profunda del complejo. No podrían derrumbarlo fácilmente, de acuerdo con mi padre, es un lugar a prueba de bombas.

―Es demasiado riesgoso. Reus ha dado la orden de que sea escoltada hasta las instalaciones de Moscú.

―No iré.

―Por favor, señor ―Koller le mira suplicante―. Denos más tiempo. Dos semanas, no, incluso solo una podría hacer la diferencia. Encárguese de sacar a todo el mundo y la mayoría de los equipos, podemos ir al final.

―¿La mayoría de los equipos?

―Les indicaremos cuales pueden ser llevados y nos quedaremos solo con el básico.

―Sigue siendo riesgoso.

―Podríamos hacer la diferencia, el señor Henryk me explicó lo importante que es. No hay tiempo, somos conscientes, pero esto podría retrasarnos aún más.

Él parece considerarlo, pero asiente.

―Tendremos que asignarles una escolta.

―No hace falta...

―La escolta no está en discusión. Sin importar que tan seguro sea, no se pueden quedar solos. Puede que el lugar resista el bombardeo, pero hay saqueos y es peligroso.

―Está bien, no hay problema.

―Una semana y es todo. Saldrán en el primer vuelo.

―Entendido, señor Regan. Gracias.

Koller y Kyla intercambian una mirada y asienten.

―Tenemos que volver, hay mucho que hacer.

Los sigo sin saber que decir, pero con una firme idea en mente, si ellos se quedan, yo también. No tengo nada que perder y por lo dicho, esto podría cambiar las cosas. 

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora