— ¡Vamos Lane! —anima. —No te enojes.

Hace un puchero y sonrío.

—No lo estoy. —giro los ojos. —Eres increíble.

—Increíblemente guapo, lo sé. —Juguetea.

Me encanta cuando toma esa actitud.

—Y egocéntrico.

—Pues tú eres muy linda sonrojada. —eso aumenta el color de mis mejillas. — Entonces, ¿Si lo vas a leer?

—Ya veré.

—Podemos leerlo juntos, si quieres. —ofrece y yo río.

—Me niego a leer este libro contigo.

— ¿Entonces si lo leerás? —reitera y asiento.

—No me queda de otra.

Jax se ríe estrepitosamente.

—Como si te costará gran trabajo. —se burla. —Yo sé que te mueres por echarle una hojeada.

—Tanto como deseo que cierres la boca. —objeto y se lleva la mano a los labios como si estuviera cerrando un zíper.

Ninguno de los dos se aguanta y ambos reímos.

— ¿Me vas a decir a dónde me llevas?

—No está vez, es una sorpresa.

Me acomodo mejor en el asiento.

— ¿Ni una sola pista?

—Nop.

Me dejó caer sobre el asiento y dejó que nos conduzca a donde sea que tiene planeado llevarnos. Recargo mi codo contra la posa brazos de la ventanilla e inclino mi cabeza escrutándole con la mirada.

Observó cómo el viento ondea su cabello, su mandíbula fuerte, sus labios en una fina línea. La piel que se va perdiendo debajo de la tela negra y sus fuertes brazos sosteniendo el volante.

— ¿Estás imaginando escenas calientes ahora mismo?

Cubro mi rostro con ambas manos.

— ¡Calla!

— ¿Eso es un sí?

— ¡Jax! —advierto y ríe quedito.

—Lo tomaré como un sí.

Evitó mirarlo y fijó la vista por la ventanilla.

— ¿Ya casi llegamos?

—Ya. —maniobra y estaciona el auto en el único aparcamiento libre.

Delante de nosotros se alza un restaurante de esos que solo aparecen en las guías turísticas, ni siquiera yo lo conocía.

De momento Jax se aparece abriendo la puerta y salgo aún anonada del auto. Mi estómago ruge en respuesta.

—Vamos. —Caminamos sobre la grava y un guardia nos abre las puertas.

—Me hubiera conformado con ir a McDonald's. —le murmuró al chico a mi lado. —Jax, una ensalada en este lugar debe de costar mi renta del mes. Eso es mucho dinero.

Él me ignora.

—Jax. —mascullo.

—Shh, calla. —me silencia. —Yo voy a pagar.

Mi estómago se entusiasma con el ofrecimiento, pero mi juicio razona con el último engranaje sobrante. Cuando el hambre llama poco hay que hacer.

—No voy a dejar que hagas eso. —gruño.

—Lane, relájate. —sonríe. —Está bien, yo te he invitado.

No me queda más remedio que aceptar.

Un mesero nos conduce hasta una mesa libre, debajo de un candelabro enorme. El lugar parece sacado de una película, es demasiado elegante para mis pobres ojos. Tragó saliva y miró mi atuendo, ambos desentonamos, pero no es como que Jax venga muy elegante tampoco y algo me dice que lo ha hecho a propósito.

Siento una mano posarse sobre la mía, encima de la mesa. —Tranquila, luces pálida.

Niego, sacudiendo con ello el temor. Al carajo, ya estoy aquí, con un chico caliente, a punto de llenar gustosamente mi pancita.

—Estoy bien.

Miramos los menús con tranquilidad o al menos Jax, pues yo aún sigo intentando hallar coherencia al precio del agua. Cuando he decidido qué comer, bajo la carta y me encuentro con los ojos profundamente azules de Jax mirándome con atención, eso hasta que un mesero interrumpe el juego de miradas.

— ¿Ya saben que van a ordenar? —pero entonces me alarmo, esa voz es sumamente familiar.

Alzó la vista y esta vez no es el chico pelirrojo de al principio, sino Zack el que se encuentra delante de nosotros a punto de tomarnos la orden.

Jax ordena lo que he elegido y lo de él con amabilidad y Zack se retira no sin antes mirar en mi dirección una última vez. Frunzo el ceño por su reciente aparición.

— ¿Le conoces? —inquiere Jax, se ha dado cuenta, no es ningún tonto.

—Uhm algo así, es amigo de Dave.

— ¿Y te preocupa que nos vea juntos?

Niego. —No, nada de eso solo se me hizo raro verlo aquí.

—Lane. —llama y alzo la cabeza en su dirección. — ¿Ocurre algo entre Dave y tú todavía?

Su voz suena baja, por lo que tardó en asimilar la pregunta y lo toma como afirmación. Se echa para atrás en su asiento y niego.

—Para nada. —sonrío. —Créeme, no ocurre ni ocurrirá nada entre él y yo.

— ¿Estás segura de que no sientes todavía algo por él?

¿Cómo le digo que últimamente todo lo que pienso, digo y hago le involucra a él?

—He estado metida en muchísimos líos desde que subí a Dave en mi auto una noche después de una fiesta. —le cuento. —No malinterpretes la situación, no pasó nada ese día, pero capte la atención del que había sido mi amor platónico durante años. A veces es difícil imaginar que esas cosas suceden.

—Entiendo esa sensación.

—Salí con él, no te voy a mentir, es algo que ya sabes. —asiente, aún atento. —Pero siempre supe que nuestra relación iba a terminar. Una persona no puede sobreponerse a algo que aún no es y yo me sentía así, sabía que no iba a haber una continuación, no con todo tan revuelto como estaba.

— ¿Y conmigo que sientes Lane?

Siempre directo.

Un montón de cosas.

Sonríe.

—Yo también.

Creo que está vez, puedo derretirme con tranquilidad bajo el efecto de sus palabras.


Creo que está vez, puedo derretirme con tranquilidad bajo el efecto de sus palabras

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Lane Lake ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora