Lane es una chica promedio, silenciosa la mayor parte del tiempo, nadie podría percibir su presencia, aunque paseara con un explosivo adherido a la frente, mucho menos Dave, el chico que la hace suspirar entre clases.
Aunque Lane Lake es tímida, sie...
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Capítulo 23: Podría acostumbrarme al cambio.
—A veces simplemente lo sabes. —responde mi hermana. —No se trata de comparar pros y contras entre dos chicos, se trata de ti.
— ¿De mí? —inquiero, sin seguirle el hilo.
—Sí, de lo que tú sientas. —suspira y sé que está buscando una forma más sencilla de simplificarlo. —A veces, un chico puede hacernos reír, hacer que hagamos cosas que de no ser por él no haríamos en otras circunstancias y eso es genial. —sonrío, recordando a Dave y a nuestra extraña y alocada primera cita. —Pero otras veces, sin que lo esperemos, aparece esa persona que te protege, que te hace sentir segura, con la que puedes pasar largos y silenciosos momentos sin pronunciar palabra, pero que sabes que está habiendo una conexión invisible entre los dos. Algo latente.
—Ya entiendo. —suspiro, mirando hacia la calle, ordenando mis pensamientos, mis sentimientos, mis prioridades. Mi hermana le ha dado justo en el clavo.
— ¿Quién es el otro chico, hermanita?
Me río en voz baja.
—Dave Hollow.
— ¿Dave? — se sorprende. — ¿No era ese el nombre de tú crush?
—El mismo. —Louise suelta una carcajada.
— ¿Te lo tiraste a ese también? —me sonrojo.
—Claro que no, solo salimos unas cuantas veces.
—Y ahora Jax...
—Ahora Jax... —sonrío.
—Vi una química entre ustedes desde el día de acción de gracias. Te miraba mucho. —confiesa. —Creí que se conocían.
—No, no. Julián ya le había echado el ojo desde un principio. —recuerdo entre risas. —Nunca esperé que Jax me llegará a gustar.
— ¿Ni con todo lo guapo que está? —indaga y niego.
—Está buenísimo. —concuerdo. —Pero la primera impresión que me dio no le daba puntos.
—Entonces, ¿qué fue lo que pasó? —inquiere. — ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Me mostró facetas que nunca creí llegar a conocer de él. —me sincero.
—Ese día que te dejamos en la puerta, luego del viaje en carro, le pedí que te llevará hasta tu cuarto.
—Sí lo recuerdo. —respondo avergonzada.
—Lane, hubieras visto cómo te sostuvo. —suspira con aire romántico. —Con una delicadeza extrema, hasta puedo asegurar que de su cara toda seria y amargada apareció una sonrisa.
Me gustaría decirle que a mí me dedica muchas de esas.
—Te creo.
—No dejes ir a ese chico, Lane. —advierte. —Es de los buenos.
