Capítulo N°4

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Capítulo 4: No eres ningún juego


Miro con incredulidad a mi alrededor y cubro con las manos mis brazos desnudos.

—No esperarás que entre a ese lugar —aviso aterrada, mirando la gran cola de gente que espera para entrar al sitio.

Dave carcajea y cuando voltea a verme para al notar que estoy hablando en serio y a mi cara de espanto. Alza una de sus rubias cejas evaluándome.

—Te he visto en tantas fiestas que me sorprende que ahora no quieras acompañarme —me tiende una mano, con la esperanza de que la acepte.

Intento no sorprenderme demasiado cuando él admite que me ha visto en las fiestas, pero tampoco busco darle vueltas a su comentario. Es algo normal, supongo. Todos los de nuestro curso salen de fiesta.

—Bueno, la verdad es... —intento explicar—. La verdad es que no sé cómo hacerlo, bailar, quiero decir...

—Eso es fácil, para eso estoy yo —sonríe intentando animarme—. Yo te enseño, vamos Lane, acompáñame.

Dudo un momento más, pero finalmente tomo su mano y me dejo llevar. Nos adentramos al lugar luego de pasar por una rápida fila, dónde cómo no, varias chicas juzgaron ferozmente mi atuendo. Mi excusa, no sabía que vendríamos a una discoteca. Tal vez imaginé algo más tranquilo, algo habitual, como una cena o un café.

Pero esto estaba completamente fuera de mis planes. Agradecí a Elle por haber elegido un vestido, de haber sido mi caso hubiera tomado unos vaqueros y listo.

Dentro olía a sudor, tabaco y otro olor que no pude reconocer al instante, tal vez la mezcla de todas las colonias combinadas en un solo ambientador, lo que si sabía era que de aquí no salía sin haberme impregnado la ropa por completo. A primera impresión no me gustó para nada, eso debió ser obvio, ya que fruncí la nariz y alejé vagamente el olor con la mano, poco a poco fui adaptándome hasta que casi no se percibía el aroma, pero no terminaba de encontrarme totalmente cómoda.

—¿Quieres algo de beber? —pregunta Dave, aun tomándome de la mano.

Miro hacia la barra, que se encuentra extrañamente despejada y asiento.

Nos acercamos entre codazos y nos situamos en los asientos vacíos de la orilla, donde la luz era apenas visible y no resultaba tan molesta.

Jerry, quien resultó ser el barman de la noche, se acercó a nosotros sonriente.

—Buenas noches —saluda y limpia la barra de nuestro lado con un trapo que estaba segura, no estaba más limpio que el suelo que pisábamos —¿Qué les sirvo?

Dave me mira y me encojo de hombros, no tengo ni idea de qué bebida pedir, no es como que las haya probado para decidir cuál es mejor que otra. Él lo capta al instante y hace el pedido por ambos.

Lane Lake ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora