{capitulo treinta y cuatro} parte I

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{capitulo treinta y cuatro} parte I

{Justin} 

André me dijo que Lorenzo puso algo en la bebida de _____, y que ella estaba por todos lados frotándose con cada chico que se le acercaba y por mucho que me hubiera gustado ir por él y matarlo frente a todos en menos de un segundo, sabía que lo más inteligente, justo y satisfactorio sería hacerlo sufrir lentamente; por eso lo dejé ir sin nada más que mis dos puñetazos mejor dados en su cara y una amenaza de que el señor Ferré decidiría qué hacer con él después. La mirada de terror que me dio cuando le dije eso casi fue suficiente para bajar mi enojo. Casi. 

Tomé una larga, larga y tranquilizante respiración antes de caminar hacia los chicos en la mesa, para no llegar y gritarles a todos que se fueran a la mierda por descuidar a mi chica, que era prácticamente lo que quería hacer. _____ estaba sentada rígidamente, retorciéndose y llorando abrazada de las gemelas, quienes la tenían fuertemente sostenida a la silla y susurraban cosas fuertemente en sus oídos. Esperaba que la estuvieran regañando por ser tan tonta. Y no sé porque, pero sabía desde que le advertí todo lo que no debía hacer, que ella iba a hacer una cosa estúpida como esa; y estaba enojado con ella por desobedecerme como siempre, pero al mismo maldito tiempo estaba preocupado por ella y me sentía mal por dejarla sola. 

No sabía mucho de la droga que le dio Lorenzo, sólo que incrementaba el deseo sexual y que sería la nueva cosa que estaríamos mandando a America y a no sé que otros lugares. No me importaba si esa cosa nos daría millones en ganancias, el hecho de que se lo hayan dado a _____ ya me hacía odiarla. Así como la tenían a ella rogando por sexo, tendrían a montones y montones de chicas al rededor del mundo y los canallas de ahí afuera se aprovecharían de ellas sin poder decir que fue violación. Saber que yo de alguna manera estaba ayudando a arruinar todas esas vidas de las chicas que nunca podrían incriminar a esos bastardos me hacía sentir miserable. 

—_____ —la llamé con voz dura cuando llegué a la mesa. Ella levantó la cara y lloró más fuerte, haciéndome sentir mal por hablarle así. Valor, Justin, esa idiota se lo buscó— ¿cómo te sientes?

—¡MAL! —gritó, ahuyentando a las gemelas de sus lados, se levantó de la silla y caminó hacia mí— por favor, por favor, llévame a casa. Estoy… me siento… quiero… demasiado mal. Ni siquiera quiero, pero estoy ¿me entiendes? Quiero irme, por favor. 

—Lo sé —dije, odiando la oleada de preocupación y las ganas de abrazarla. Tragué y me volteé hacia Graham y André— le dije a mi mamá que nos íbamos. Nos vemos en la casa.

—No tomes ventaja de ella —advirtió Graham antes de dejarnos ir. Miró a ____ con preocupación y luego a mí con desconfianza. No me gustó ese tono autoritario que usó conmigo, pero que me amenazara por ella aunque me temiera un poco decía que el chico tenía pelotas y que quería a ____ de verdad. Se ganó mi respeto. 

—No lo haré —aseguré aunque no estaba del todo seguro de ello, tomé la mano sudada y temblorosa de _____ y la jalé por entre la gente para llegar a la salida cuanto antes. Cuando estuvimos completamente rodeados de cuerpos _____ dejó de caminar y soltó mi mano; me volteé hacia ella sólo para verla empezar a moverse contra un tipo, en mi maldita cara. Tomé otra larga, larga respiración de esas que necesitaba usar mucho al rededor de _____ y me dije que era la maldita droga del sexo en su cuerpo y no ella. Tomé su brazo y la jalé fuertemente.

—¡Justin, no! —lloró cuando la alejé del tipo— quiero eso. Bailemos ¿sí? Por favor

—No —negué con fuerza y no dudé en jalarla más fuerte cuando se empezó a resistir y quejar— sólo vámonos.

—¿Vamos a estar solos en tu casa? —preguntó, muy decidida de repente, pegándose a mi espalda y tambaleándose en sus tacones. 

—Sí.

ρeω, ρeωDonde viven las historias. Descúbrelo ahora