capitulo 24 [parte 2]

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{capitulo veinticuatro} parte II

El vino que Justin pidió para mí era rosado, dulce y verdaderamente delicioso. Más delicioso que cualquier otra bebida alcohólica que yo hubiera probado antes. Y no es que hubiera probado muchas, pero de verdad superaba la cerveza y el whisky. Justin pidió una botella completa y aunque no me dejó tomar más de tres vasos, me las arreglé de alguna manera para tomarme como unos doce vasos. Y resulta que soy un peso ligero, porque parece ser que me puse completamente borracha.

Nunca había estado borracha antes. No me gustó estar borracha. Nunca estaré borracha de nuevo.

-Justin... no te enojes conmigo -rogué apretando su brazo y caminando temblorosamente, tropezando estúpidamente varias veces. Él suspiró con pesadez y rodeó mi cintura para equilibrarme.

-Te dije que sólo tres malditos vasos -me regañó, poniendo más fuerza en su agarre. Mis piernas chocaban una con la otra y no me dejaban en paz. Estúpidas piernas. Pasé mi brazo por el cuello de Justin y luego, de alguna manera, él me estaba cargando. No supe como pasó, pero de pronto estaba llevándome en sus brazos al coche, y yo estaba sintiéndome soñada.

Él estaba enojado, como siempre, y su mandíbula apretada y sexy quedaba a menos de cinco centímetros de mi cara, entonces hice algo que nunca haría en estado de sobriedad, acerqué mi boca y besé su mandíbula, luego bajé un poco y besé su cuello, aspirando su colonia. Él puso rígido y dejó de caminar ante eso, dejando que Nedime y Fabio nos pasaran, y antes de que se quejara por mi atrevimiento, besé su cuello de nuevo, esta vez aplastando más mi boca, suspirando ahí y acariciándolo con mi nariz. Y su voz sonó ronca y estrangulada cuando murmuró: -por favor deja de hacer eso.

Y entonces yo me sentí de la nada muy valiente, y pregunté: -¿No te gusta? -y lo volví a hacer, ahora dejando que mis labios perduraran aun más en su suave piel. Cuando me di cuenta de que no se estaba quitando ni quejando, mordí su cuello y pasé mi lengua por ahí.

-Oh, sí, sí me gusta eso -respondió, apretando mi muslo sin querer y enviando una clase de temblor incontrolable desde mi estomago hasta mi espina dorsal.

-¡Justin, apúrate! -gritó una mujer, supuse que era Nedime y maldije cuando Justin empezó a caminar de nuevo, arruinando nuestro sexy encuentro fuera de un restaurante familiar. Me colgué en su cuello y me levanté un poco para estar a la altura de su oreja.

-Realmente quiero besarte -admití, sin sentir ninguna clase de arrepentimiento o timidez, y acaricié el cabello de su nuca. Quiero que me bese, justo aquí, justo ahora, con todas estas familias a nuestro alrededor. No me importa.

-Yo también quiero besarte, _____, mucho. Pero no lo haré -dijo, sonando convencido y duro de nuevo, y entonces me metió al coche.

Me deslice hacia un lado para que él pudiera entrar y recargué mi cabeza en el asiento, pensando en que realmente, realmente tenía ganas de besar a Justin. Más de lo que había alguna vez deseado besar a Hugo, o a Angel. Mis ojos se estaban cerrando, pero encontré fuerzas para voltear a verlo y descubrir que me estaba mirando fijamente. Sonreí cuando no quitó su mirada de mí y alargué una mano para tocar sus labios. Eran suaves y cálidos, y si estuvieran abiertos hubiera metido mi dedo en su boca. No sé porque, pero sé que lo hubiera echo. Y de pronto, mis ojos se sintieron realmente pesados y me quedé malditamente dormida, mientras tocaba la boca de Justin. Totalmente en un mal momento.

{...}

Abrí un ojo con dificultad y me quejé bajito, pero no me moví. Mi cuerpo se sentía cortado, dormido y cansado. Me sentí desorientada cuando vi la puerta frente a mí y no mi ventana, y cuando sentí las duras cobijas en lugar de mi suave edredón. Pero luego recordé que no estaba en mi casa, estaba en la casa del lago. Y no recordaba haberme acostado.

Parpadeé varias veces y cuando sentí la fuerza suficiente para mover la cabeza un poco, bajé la vista y me ahogué el jadeo de susto al ver una figura masculina acostada en la cama de abajo. Luego me fijé en su perfil y me di cuenta que era Justin, y al ver sus pestañas parpadear despreocupadamente mientras miraba la puerta, me di cuenta de que no estaba dormido tampoco. Quizás aun era temprano.

Después de ver a Justin ahí, tan cerca de mi vista, ya no pude dormir. Me quedé mirándolo, con la misma postura que tenía antes y con mi cara levemente escondida en un brazo, así si él volteaba hacia mí, me podría hacer la dormida fácilmente.

Lo peor de todo era que Justin no tenía una camisa puesta, no estaba tapado y la ventana frente a nosotros no tenía una cortina, así que su pecho desnudo estaba frente a mí en todo su esplendor. Él estaba acostado ahí como si fuera un modelo de Hollister o algo muy por el estilo, sus manos estaban debajo de su cabeza, sus bíceps resaltando al máximo y una de sus piernas estaba doblada hacia arriba. Pero su cara lucía vulnerable y triste.

No sé cuanto tiempo estuve viéndolo en esa posición, pero sé que fue un largo tiempo, así que cuando se sentó en la cama me exalté un poco y me alegré de que ahora me diera la espalda, porque así no había manera de que me mirara. Recargó sus manos en sus rodillas abiertas con fuerza, lo que hizo que los músculos de su espalda se marcaran muy visiblemente. Esa era una muy, muy buena espalda de hombre. Pasó sus manos por su cabello un montón de veces, luciendo frustrado, quizás porque no podía dormir. Se paró y cerré mis ojos, mantuve mis párpados cerrados y mi postura dura mientras escuchaba el sonido de un largo cierre, y el de una caja con pequeñas cositas que hacían ruido; abrí los ojos de nuevo cuando escuché sus fuertes pasos alejándose y lo miré de espaldas prender un encendedor y llevárselo a la boca. Obviamente estaba fumando. No sabía que fumaba, y no era que me molestara eso pero definitivamente no me gustaba mucho.

Justin abrió la ventana y aproveché el ruido para sentarme. Habían pasado como cuatro horas desde que me desperté si no es que más, y era obvio que ya no me iba a poder dormir. No si Justin estaba parado frente a mí con su espalda desnuda luciendo como un maldito modelo melancólico.

Estuve de nuevo simplemente acosándolo con la mirada como media hora y justo cuando me di por vencida y el sueño estaba llegando a mí, vi sus hombros agitarse. Primero pensé que estaba riendo, pero ¿por qué demonios iba a estarse riendo? Él no era la persona más feliz del mundo. Pero cuando escuché un pequeño bufido y luego una serie de quejidos casi mudos de su parte, supe que estaba llorando.

Me puse tensa cuando me di cuenta, llevé una mano a mi pecho y mis propias lagrimas inundaron mis ojos de inmediato, cerrando mi garganta y haciendo doler mis ojos. Justin estaba llorando. Llorando de verdad. Como una persona que ha tenido de repente una noticia terrible. O incluso peor. Como una persona que tiene que lidiar con mucho dolor y de repente ya no puede soportarlo.

Se quitó de la ventana bruscamente y lo vi arrojar el cigarro para fuera, luego se volteó y se sentó en la silla a un lado de la ventana, de modo que quedaba con su perfil hacia mí, iluminado completamente por la luz de la luna. Si él hubiera volteado sólo un poco la mirada, me hubiera visto ahí sentada en mi cama, mirándolo. Pero no lo hizo.

Mi corazón se estaba rompiendo mientras veía su cara caída, su boca apretada en una linea haciendo que su mandíbula luciera como que iba a explotar y sus ojos cerrados con fuerza. Y cuando llevó ambas manos a su cabello y lo apretó con fuerza, supe que de cierto modo tenía que ir a reconfortarlo, aunque lo más probable sería que se enojara conmigo por estar observando su momento privado.

Alejé la colcha rápidamente y me levanté, dándome cuenta de que aun tenia mi vestido puesto. Luego sin pensarlo caminé hacia Justin y me puse de rodillas frente a él. De alguna manera él sabía que yo estaba ahí, pero no quitaba sus manos de su cabello ni abría sus ojos apretados.

Puse mis manos en sus antebrazos y las llevé hacia arriba suavemente hasta que logré tras suaves caricias en sus puños que soltara su cabello, porque si seguía haciendo eso probablemente se arrancaría los mechones. Cuando sus manos cayeron a sus piernas sin fuerzas, me impulsé hacia arriba y lo abracé por el cuello, en inmediato sus brazos me rodearon la cintura fuertemente y me levantó del piso hasta que estuve sentada a horcajadas sobre su regazo.

-Las noches son las peores para mí -sollozó con su cara enterrada en mi cabello. Ahogué mis propios sollozos, abrí mis muslos para estar más cerca de él y acaricié su nuca.

Y de nuevo, nuestro abrazo era tremendamente intimo, pero no sexual.

ρeω, ρeωDonde viven las historias. Descúbrelo ahora