38

9.1K 843 35
                                    

Tres días después

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Tres días después. Thomas por fin regresa a Nueva York, así que lo acompaño hasta el aeropuerto.

—¿No te puedes quedar un par de semanas más para la presentación de la galería de arte? —pregunto.

—Aunque me encantaría, tengo mucho trabajo acumulado —responde—. Aunque vendré un mes para el juicio contra Philip.

—Yo no entiendo nada, ¿Por qué hizo todo eso y al final se dejó capturar? Philip... siempre ha actuado tan extraño.

—En eso tienes razón.

Antes de que pase por la puerta de abordaje, Thomas se me acerca un poco.

—Fue un gusto conocerla, Señorita Park. Espero que siempre sea muy feliz.

—Gracias, Thomas.

—Aunque me gustaría pedirle un favor.

—¿Cuál?

—Si Nora y tú se casan, quiero ser el padrino.

Lo dice con una sinceridad y felicidad genuina que hasta me conmueve.

—Dalo por hecho.

Así, Thomas finalmente se va y yo me doy la media vuelta para regresar a casa. Ahora todo está bien: Matthew ha regresado, Nora por fin está en paz y yo... me he dado cuenta de que sigo enamorada de ella.

Entonces...

Podría... confesarme, ¿No?

Todo estará bien, ¿No es así?

... ¿Por qué... tengo un mal presentimiento?

*****

Al llegar a casa, justo cuanto estoy por abrir la puerta, alguien la abre por mí, primero y entonces me encuentro cara a cara con el comandante Zamora, quien luce bastante risueño y amistoso. Aunque tenemos pocos días de conocerlo, no se ve del tipo de hombre que sea alguien alegre. Justo detrás de él, estaba Nora.

—Muchas gracias por el café, Señora Sanders —dijo el comandante.

—De nada, fue muy interesante hablar con usted —respondió Nora amablemente.

—¿Le gustaría salir el próximo día? Hay un lugar en la ciudad donde venden muchos materiales para que vuelva a retomar el dibujo.

—¿En serio? Eso suena increíble.

Los dos me ignoran, como si estuvieran en su propio mundo y lucen tan contentos.

—Hasta luego —se despide de manera cortés.

Entonces, cuando él se da la vuelta, por fin me notan.

—Jennifer —dijo Nora, sorprendida—, ¿Ya se fue Thomas?

—Sí, ya está de camino.

—Buenas tardes, Señorita Park —dice el comandante y se hace a un lado de la puerta—. La dejo pasar.

—Gracias —respondo, un poco más seria de lo que quería.

Entonces, ese momento que ambos cruzamos camino, puedo ver su rostro algo sonrojado. Es la misma mirada que he visto muchas veces cuando otros hombres han estado con Nora. Mientras él se va, yo me giro a ver a Nora.

—¿Invitaste al comandante Ray a hablar?

—Sí, y no, fue algo mutuo. Quería agradecerle por todo lo que hizo por Matty y yo.

—¿Estás segura de que solo es eso?

La pregunta me salió de la nada, en un tono serio. No, debo controlarme. Sin embargo, no puedo evitar sentirme... intranquila. Ella me mira, pero luego me da la espalda y se va sin contestarme.

Esto... REALMENTE no me gusta.

*****

En las siguientes dos semanas, y tal como lo presentía, ambos salieron: al cine, al parque, de compras. Unas veces se llevaron a Matty y otras solo se fueron ellos. A veces me invitaban, pero yo lo rechazaba. No quiero, no soporto ver esto otra vez.

Hoy los cuatro estamos cenando en la casa. Ray nos cuenta anécdotas de su trabajo y sobre él. La verdad es que siento mucho asco de lo perfecto que es. No es por porque él lo presuma, sino porque realmente lo es. Lo noté el día que lo conocimos, el respeto que los demás le tenían. Ahora las anécdotas que nos cuenta son dignas de un héroe y un hombre de la comunidad.

—¿Cuál es su sueño, Ray? —pregunto, tratando inútilmente de ocultar mi enojo.

—Mi sueño es tener una familia y un lugar llamado hogar, como soy alguien bastante solitario, me gustaría poder tener algo que me motivara de regresar con vida.

—¿Qué no tiene un perro, Señor Zamora? —pregunta Nora.

—Sí, amo a Uriel, pero también deseo una esposa e hijos.

—¡Un perro! —grita Matty—, ¿Puedo ver al perro?

—¡Claro! Puedo presentártelo, es un gran danés. Seguramente le agradarás.

Me... provoca malestar, verlos tan felices los tres juntos, como una... familia.

Sin poder más, me levanto.

—Gracias por la comida, me retiro por hoy. Tengo mucho que hacer antes de la prestación de la galería.

Qué excusa patética, pero...

Ya no quiero estar aquí.

En cuanto cierro la puerta, me derrumbo al suelo. Esta vez no es como las otras veces, Ray no lucía un imbécil como Philip: él tiene un trabajo, es alguien serio, pero amable, comprometido, directo en sus sueños, alguien respetable.

Alguien digno.

Un... príncipe.

Eso solo me hizo llorar.

Eso solo me hizo llorar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Perdóname, AmigaWhere stories live. Discover now