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Sábado

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Sábado. El día de la "cita" con Thomas porque realmente no sé si llamarla así cuando ya tengo las intenciones de rechazarlo. Suena cruel, pero Thomas no merece estar tan ilusionado por mí.

Estoy en mi habitación, frente al espejo, mientras me termino de colocar el vestido que me indicó Nora, al igual que los tacones y los aretes. En verdad que a ella se le dan bien estas cosas.

En ese momento la puerta se abre y entra Nora, la cual en cuanto me ve, se me queda mirando con los ojos muy abiertos y eso me pone un poco incómoda.

—¿No... te gusta? —alcanzo a decir, nerviosa.

—Jenny, te ves hermosa —responde mientras me acerca—. Sabía que el rojo es tu color. ¿Quisieras sentarte un momento mientras terminó de peinarte?

Inmediatamente, hago lo que me pide y me siento en la orilla de la cama. Ella toma un peine y comienza a pasarlo mientras separa por mechones cada uno de mis cabellos. La miro de reojo por espejo y puedo notar su rostro contento.

—Amo tu suave cabello, Jenny —habla con suavidad—. Tiene ondulaciones naturales que me da envidia.

—Estaba pensando en contármelo, hasta la oreja.

—Personalmente, no me gusta el cabello corto. Sin embargo, creo que te luciría bien. Eres el tipo de persona que se ve perfecta y hermosa con casi todo.

Sus palabras... siempre... me ponen... tan... nerviosa.

Mi corazón está muy agitado y no ayuda el hecho de su cercanía y que me esté tocando. Además, ese maldito perfume de siempre.

—¿Nunca se acaba ese perfume de manzana? —murmuro.

—¿Perfume de manzana?

Mierda. Me escuchó.

—S-Siempre lo usas, ¿No?

—Sí, es mi favorito.

—Es huele... muy particular.

De pronto, Nora se detiene y... me abraza por detrás. Yo me paralizo, no esperaba esto. Sus manos está sobre mis hombros y se sujetan fuertemente, además siento el rostro en mi cuello a mi lado derecho. ¿Qué significa... esto? No puedo... moverme.

—¿Desagrada el olor? —murmura.

—No, para nada.

—Jenny...

El susurro de mi nombre...

—¿Qué?

—Jenny...

—¿Podrías dejar de hacer eso? —Volteo hacia otro lado.

—¿Qué?

—Susurrar así mi nombre, es... extraño.

—Me gusta tu nombre, por eso lo hago.

Perdóname, AmigaWhere stories live. Discover now