El pelinegro asintió y tomó la maleta con la que cargaba su novio. Empezando a caminar hacia la salida, Mark volvió a entrelazar su mano con la de JinYoung. El rubio apresuró su paso para sentarse en el asiento de enfrente, mientras YuGyeom, de mala gana, tomaba el de la parte trasera.

Aprovechando el tiempo en el que JinYoung guardaba las cosas en el maletero, el estadounidense comenzó a revisar los distintos trozos de papeles que portaba su novio en la guantera, el economista solía ser extremadamente cuidadoso con su auto y odiaba tenerlo sucio. Recordó cuando se había caído una de las etiquetas de alguna de la ropa que había comprado y le pidió de favor que fuera más limpio y que lo recogiera, y ahora, mirando su auto lleno de papelitos y envolturas, desconocía a JinYoung. Incluso, había una barra de chocolate a medio comer en el portavasos, cuando a JinYoung ni siquiera le gustaba el chocolate, dejando a YuGyeom como el único culpable de todo ese desorden.

No queriendo ser tan cotilla, volvió a meter los papeles a la guantera, cayéndose uno, y Mark, no teniendo de otra qué, leerlo.


suerte en la reunión, t.q:)


Al notar la mala caligrafía, era más que obvio que las notas eran de YuGyeom.

El rubio le llegó a tener un gran cariño al menor, pero ahora lo que sentía por él, era todo lo contrario. No lograba explicar ni unir los cabos del porqué le hizo aquello después de tanto cariño que le dió. Estaba siendo tolerable al no querer sacarlo del auto. Volteando los ojos, arrugó el papel y lo aventó por la ventana.

JinYoung, a los pocos segundos, se subió al auto y comenzó a conducir.




...

Durante todo el camino estuvo presente el silencio incómodo, ni siquiera JinYoung tuvo el descaro de preguntarle por su viaje, así que Mark también se mantuvo en la línea y no le dirigió la palabra, hasta llegar al departamento de YuGyeom.

—Espérame aquí, iré a acompañar a YuGyeom.

Mark tomó rápido del brazo del pelinegro y habló con la voz entrecortada. Quién sabe qué tantas cosas son capaces de hacer allá arriba, sin su presencia. —¿Eso es necesario?

—Sí. —aclaró duro y se zafó del agarre de su novio, abriendo la puerta y poniendo un pie fuera del coche. —Necesitamos hablar de algo rápido. Ya regreso.

Sin esperar respuesta alguna de parte de Mark, el pelinegro salió del auto, siguiendo por detrás a YuGyeom, quien se dirigió con pasos silenciosos hacia su hogar y no abrió la boca para nada, dejando de lado el echo de que JinYoung estaba casi pisándole los talones para seguirle hasta su puerta.

—Bebé... —el pelinegro habló suave y con preocupación, deteniéndose una vez YuGyeom metió la llave a la cerradura.

—Ve con Mark, quizás solucionen las cosas al paso que van. —murmuró el menor que rompió en lágrimas después de todo lo que había pasado en el día, primero que su mejor amigo ya no quería saber nada de él y ahora JinYoung parecía estar bien con el tacto de Mark.

—Shh, shh. No llores, bebé. —JinYoung trató de consolar al castaño mientras lo acercaba a él y limpiaba las lágrimas aún no tan visibles que resbalaban por su mejilla. —Dame dos días máximo, le diré todo a Mark, sólo dame tiempo. Ya no llores. —susurró dedicándole una tierna sonrisa, intentando borrar cualquier rastro de tristeza de su rostro.

—¿Vas a irte con él?

—Sí —contestó desanimado, no queriendo dañar aún más a su niño. —, pero te marcaré más tarde y, si quieres, mañana temprano vengo por ti y salimos a hacer algo.

Call Me Daddy || JinGyeomМесто, где живут истории. Откройте их для себя