v e i n t i d ó s

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El pelinegro se encontraba completamente perdido con el olor embriagante de la loción de duraznos que portaba el menor fundido en su cabello sedoso. Pasó una mano bajo su cintura y lo arrimó más cerca de él, comenzando a dejar besos húmedos  por la parte trasera de su cuello mientras escabullía ambas manos por debajo de su pijama. El contrario soltaba leves gemidos y restregaba descaradamente su trasero con la ya dura entrepierna del economista.

—JinYoung... —habló entre jadeos. —Despierta. —cuchicheó con cierta morbosidad y subió a su abdomen tanteando el remover la prenda que portaba el individuo.

El sujeto musitó con los labios abultados, la fogosidad notándose con cada palabra áspera y sutil que soltaba. —Bebé, es temprano. —alejó sus manos que permanecían estáticas sobre su estómago y pasó delicadamente las yemas de sus dedos por las piernas del contrario. —YuG-

—Nunca me habías llamado bebé. —la voz serena del rubio ocasionó que abriera sus ojos de golpe, topándose de frente con su pareja sobre su regazo. Tragó duro. —¡No te alteres! Me gusta que me llames así. —acotó pacífico, se recostó en el pecho del pelinegro y emprendió a trazar círculos imaginarios con su dedo índice sobre éste.

—Mark, n-

JinYoung fue cortado al instante. Unos labios presionándose de manera hambrienta sobre los suyos, las manos tomándole del pelo y el beso siendo el único consciente de los actos del rubio, como si fuera el primero en años.

—Quiero hacerlo. —su murmullo lleno de impureza y picardía, arrastrando con éste la lujuria que brotaba de sus pupilas. —Hace tiempo que no hacemos nada y no quisiera que te aburrieras de mí. —dijo sin la intención y un puchero siendo la clara respuesta ante su pesar. Desabotonó el pijama de su novio y pasó las manos por su espalda para removerle la prenda. —Déjame hacerlo, quiero consentirte.

—Estoy cansado, Mark. —se limitó con una disculpa, sus manos aún siendo restregadas por sus muslos, paseándose de adelante hacia atrás y siendo detenidas al proseguir. —Podemos hacerlo después, ahora no tengo ganas.

Sus dedos dejaron el juego de intimidad que tenían con las piernas del rubio, consiguiendo que Mark hiciera una mueca con su boca cuando las manos de JinYoung se posicionaron sobre su cintura para sacarle de encima de su regazo. El pelinegro volvió a recostarse en la cama y le dio la espalda para volver a dormir.

El estadounidense terminó por suspirar y volver a su lugar acordado en aquel colchón, se dedicó a ver la espalda de su novio ya que no podía reconciliar el sueño, notó los extraños hematomas de color rojizo que cubrían parte de su espalda y por un lado de su cuello. Ciertamente, le espantó. Llevaban semanas sin tener intimidad JinYoung y él. Era imposible que se los hubiera hecho él, además de que no le gustaba como se veían en la piel, recordaba decirle al pelinegro que evitara esas acciones durante el sexo.

Aprovechando que dormía su novio, comenzó a investigar las razones por las cuales salían esas extrañas marcas. En verdad quería llegar a pensar que JinYoung había llegado a golpearse con algo tan fuerte que le haya dejado tremendos hematomas.

—¿Estás dormido? —Tuan balbuceó con cierto silencio, temiendo de que su novio estuviese profundamente somnoliento y llegase a despertarle.

—¿Qué ocurre, Mark?

Pero sin duda, que le haya respondido al instante, le tomó por sorpresa.

—¿Podrías dedicarme el día de hoy completo?

JinYoung bufó, hizo un sonido extraño con su boca y bramó. —Debería llamar a la oficina... Sabes que no es tan fácil.

—Sé que no te gusta tu cumpleaños, pero podríamos pasarlo juntos, como si fuera un día como otro cualquiera. —murmuró meloso, rompió aquellos pequeños centímetros que les separaban, le abrazó por la espalda y comenzó a regar pequeños besos por ésta tratando de no rozar la parte con las marcas. —Por favor.

Call Me Daddy || JinGyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora