v e i n t i c i n c o

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Habitualmente acostumbraba a que saliendo de sus clases, BamBam lo esperase fuera de su salón, haciendo que YuGyeom se ganase algunas miradas tanto de envidia, como de resentimiento. BamBam era algo popular en el instituto, tenía un gran número de admiradoras, e incluso, algunos cuantos admiradores, haciendo que todos miraran con ojos de desprecio al castaño.

El tailandés siempre había sido una persona la cual no necesitaba de pareja alguna para ser feliz, le gustaba pasar el tiempo con sus amigos, aunque especialmente con YuGyeom, siendo esa su más frecuente excusa para rechazar a alguien que abría su corazón hacia él e inconscientemente hacer que YuGyeom se ganara el odio de los demás.

Saliendo de clases, caminaban juntos por el largo y estrecho pasillo lleno de otros estudiantes que algunos no dejaban pasar la oportunidad de comerse con los ojos a su mejor amigo, lo miraban detenidamente desde sus delgadas piernas hasta el ahora teñido pelirrojo cabello. El presenciar ese tipo de escenas hacía sentir incómodo al menor, en parte, por la nada discreta forma en la que miraban a su mejor amigo, y aparte, por el hecho en que había chicas las cuales se interponían en el camino del pelirrojo para darle algún tipo de carta, o incluso, llegaba a recibir postres cocinados por ellas mismas. Normalmente eran las de primer curso quienes se tomaban el tiempo de hacerle ese tipo de detalles, ya que las más avanzadas ya habían comprendido el hecho de que BamBam rechazaba esas cosas al no querer hacer ilusión alguna a la persona que se lo regalase.

El problema de YuGyeom no eran celos algunos de la atención que recibía su mejor amigo de parte de las chicas ya que él tenía muy clara la idea de que no le interesaban las chicas ni en la menor manera, lo que sí le jodía y ya había pasado unas cuantas veces, era el que se le acercasen con la excusa de una amistad, y al momento en que les dijera que no los ayudaría con BamBam, éstos desapareciesen y jamás le hablaran de nuevo.

—Gracias, me halaga el que hicieras esto para mí, pero no puedo aceptarlo. —la voz del tailandés lo hizo sacar de sus pensamientos y notó a una chica cubriéndose su sonrojo con una carta en forma de corazón. —Vamos, YuGyeom. Se hace tarde para ir a comer. —BamBam tomó su mano y lo jaló hasta el exterior del instituto.

La madre del menor trabajaba hasta tarde y al no tener nada más interesante qué hacer en las tardes, iba a casa del tailandés a comer y pasar horas detrás del televisor mientras intentaban pasar algún nivel de los videojuegos con los que contaba el tailandés en su casa. BamBam pasaba hablando acerca de sus salidas con sus excompañeros de artes marciales, había comenzado a ir a las clases hasta que terminó por descártalas al ser muy torpe y terminar con huesos rotos cada vez que concluía alguna clase. En ese lugar había conocido a dos personas, Jackson y Mark, éstos dos eran mayores que su mejor amigo pero habían llegado a hacer una gran amistad, invitándolo también a las fiestas que llegaban a hacer.

Hasta donde YuGyeom sabía, Jackson era un soltero el cual vivía su vida a base de fiestas y viajes, básicamente era el modelo a seguir de su mejor amigo. Mark, por lo contrario, era más reservado y le gustaban más las reuniones pequeñas en contrario a las grandes fiestas, contaba con un novio con el cual vivía, BamBam había dicho que se llevaría muy bien con él y que a la próxima salida, lo llevaría para que conociese a Mark.

Tenía cierta envidia a lo extrovertido que era su mejor amigo y el cómo llegaba a hacer amigos en un corto lapso de tiempo. Se le hacía muy difícil el entablar una conversación y más con el hecho de que todos en la clase lo miraran como si les hubiese robado algo.

—YuGyeom, tengo hambre. Ve a comprar algunas frituras. —el castaño se encontraba recostado en las piernas del contrario mientras éste se dedicaba a deshacer los nudos en el cabello del menor.

Call Me Daddy || JinGyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora