Capitulo 58: S - J

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Sebastián llevo el maletín de primeros auxilios a su habitación ante la atenta mirada de su madre. Ya había tenido que comprar vendas 4 veces en este mes. No sabía exactamente que hacía su hijo con eso pero tampoco quería meterse, físicamente su hijo estaba bien por lo que no comprendía para que utilizaba dichas vendas y desinfectante. Ella misma se había colado al baño una vez mientras su hijo se bañaba por accidente según ella, solo para cerciorarse de que no estaba lastimado, se había llevado los gritos de su vida pero al menos había comprobado que estaba bien.

Tenía curiosidad más que nada porque siempre iba en busca de ese maletín blanco con una cruz roja cuando su amigo llegaba a la casa. No sabía el nombre de este pues su propio hijo no los había dejado presentarse pero suponía que era uno de los Smith. Quizá ese chico estaba lastimado o algo parecido, no tenía idea.

Pero esta vez fue la que más le preocupo pues su hijo había llegado a las 5 de la mañana con el otro en brazos luego de que ella les trajera. Fue la primera vez que su hijo la llamo a ella para pedirle ayuda, le pidió que fuera y se hiciera pasar por la tía del muchacho para sacarlo de allí y lo logro. Pero más que eso no había hecho.

— Deberías dejar de hacer esto. — Sebastián se sentó en la cama con el rostro serio.

El menor se encontraba recostado contra la cabecera sonriendo tristemente.

— ¿Y qué hago en cambio? — Preguntó ausente.

— No lo sé, respira. Corre, duerme, haz algo más, idiota. No pienso volver a ir a buscarte a emergencias, tienes suerte de que el último número al que llamaste es el mío, sino esa enfermera hubiera terminado llamando a tu padre o peor, a tus hermanos.

— Pero es divertido... — se intentó defender.

Sebastián lo miro con odio en su mirada.

— Para mí no es divertido verte así. Mierda John, eres uno de los mejores en deportes pero aunque seas fuerte ¡no puedes meterte con una patota de gente! En un uno contra uno tú ganas, en un uno contra ocho, tú pierdes. Es fácil de razonar. — se quejó poniendo algo de alcohol en algodón para pasarlo por los nudillos ajenos.

John hizo una mueca de dolor al sentir el ardor de este contra su carne, no era suficiente dolor como para llorar pero eso no impedía que lo hiciera. Después de todo el rubio ya lo había visto de esa forma.

Sebastián paro de colocar el desinfectante y le pidió que extendiera sus brazos. El mayor frunció el ceño enfurecido por lo que veía, tomó su teléfono y tomo una foto de lo que veía. John sólo lo miro confundido por esto.

— Quizá no te des cuenta de cómo te vez ahora o como te veías en esa puta camilla, así que me tome la libertad de tomar algunas fotos. Mira esto y dime ¿si tus hermanos te vieran así, les gustaría, les molestaría?

John tomó el teléfono y comenzó a llorar más fuerte.

John tomó el teléfono y comenzó a llorar más fuerte

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Mis hermanastros sobreprotectoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora