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Un hombre de sesenta años, abrió un cuarto y al verlo vación frunció el ceño, su mayordomo personal se le acercó.

—¿Se puede saber, dónde está mi nieto?

—Dijo que iba a la misa.

—¿A la misa?

—Si señor.

—Pero si mi nieto no es religioso y son las ocho de la noche.

Jung Hoseok pegó un grito mientras estaba sobre una mesa bailando y haciendo twerking—¡Amén hermanos!—sus amigos pegaron un grito de la emoción y el joven millonario tiró una copa de vidrio al suelo mientras la música se hacía cada vez más rápido. El chico se bajó de la tarima, mientras se metía entre las personas, contemplaba a una que otras personas, siendo un omega nacido en cuna de oro, aprendió a ser muy sociable, solo con quienes le interesaba.

Aunque humildad era poco lo que tenía.

Viviendo siempre entre las fiestas, acostándose con cualquier alfa que pudiera, sin importar que fuera hombre o mujer, amaba la música, amaba la buena vida. Sus padres murieron en un accidente, dejándolo huérfano a su 4 años; pero a pesar que los echó de menos, sus abuelos se encargaron de cuidarlo y criarlo, consintiendo todo en el pequeño Jung Hoseok.

—¡Hoy invito a los tragos! —gritó tomando una botella de licor y pegó un grito de la felicidad.

Unos aplausos y bullicios se hicieron presente. Jung Hoseok sonrió espléndido, orgulloso de sí mismo.

Su teléfono sonó, el omega suspiró, notando la llamada de su abuelo; pero como buen nieto que era, preocupado por su abuelo, metió el teléfono en una garrafa de cerveza. Total, podía comprarse otro.

El Anciano Jung, frunció el ceño al percatarse que su llamada no había sido contestada. Era un alfa bastante cariñoso con Jung Hoseok, siempre le cumplió todo sus deseos y le dejó pasar los caprichos. Pero ahora que estaba más viejo y cansado, sabía que la educación que le dió a su nieto, no fue la mejor. Seguramente el deseo de no ver llorar al único niño que le recordaba a su hija, fue lo que creo esa inseguridad en sí mismo, convirtiendo a un niño de mirada dulce e inocente, en un rebelde sin causa.

El anciano Jung suspiró con pesadez. Contempló a su mayordomo y frunció el ceño.

—Ese muchachito hará que me muera de un infarto.Estoy viejo y es el único heredero para nuestra empresa...pero no está interesado en nada más que divertirse.

—Tiene 23 años, es normal—habló su mayordomo que había trabajado para la familia desde que la hija del anciano Jung nació. Era un hombre ya de la familia—los jóvenes son así.

—No quería llegar a esto...pero como está la situación me tocará, tendrá que aprender lo que es ser un adulto, avisa a los bancos y cancela toda sus tarjetas.

—¿Está seguro, señor?

—Por supuesto que sí—comentó aquel anciano con un poco de amargura.



Hoseok entregó su tarjeta de crédito negra, mientras mastica un chicle cual vaca comiendo,  sonrió espléndido y le guiñó el ojo al Beta de enfrente. Era hora de pagar todas las bebidas que pidió. En eso el mesero frunció el ceño y le contempló.

—Joven, no acepta la tarjeta.

—¿Cómo que no la acepta?

—No la acepta.

Jung Hoseok sacó otra tarjeta.

—Intente con esta.

El chico tomó la otra tarjeta y tampoco la máquina se la aceptó.

Namseok|| Caballo y caballero.Where stories live. Discover now