Capítulo 29

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Esa mañana, Jimin se levantó con el mejor de los ánimos. Estirando relajadamente brazos y piernas a los lados, él se sentía desestresado. Aunque no hacía tanto frío como en otras mañanas, estaba fresco como cualquier día de primavera. Y hasta el momento, el castaño estaba disfrutando de su madrugada. Incluso si aún estaba adolorido, incluso cuando le dolía un poco la cabeza, su cuerpo parecía estar tan de buen humor como él mismo. Con una sonrisa en la cara, se acomodó en la almohada, abriendo lentamente sus ojos en el acto. Su corazón se aceleró cuando una ceñida, fuerte espalda apareció frente a sus ojos en todo su esplendor. Con rapidez, se volteó al lado contrario, apenas reteniendo el gemido de felicidad que amenazaba con salir desde el fondo de su pecho.
Vagamente podía recordar algo de lo que habían acordado luego de lo que habían hecho. Esta loca alucinación que su mente le estaba dando para hacerle pasar un mal rato, haciéndole pensar que Kookie había sido realmente capaz de quedarse la noche anterior era… ¿Podría estar soñando?

Suavemente, echó un vistazo sólo para confirmarlo. Y un jadeo de incredulidad salió de sus labios. ¿Era real? ¿Este maravilloso hombre, su piel bañada por el sol que entraba desde la ventana, con lunares que besaría desde el principio hasta el final de su espalda, estaba verdaderamente en su cama? Antes de siquiera poder detenerse, elevó una mano a su dirección, sólo para tocarle.

La tibia, tersa y radiante piel reaccionó a su toque de inmediato; como si el roce de sus dedos le hubiese despertado, él tomó una gran inhalación, para, seguidamente, moverse. Algo parecido a un ataque cardiaco arribó al cuerpo de Jimin, sus latidos yendo a mil por hora cuando el pelinegro le tomó en sus brazos. Bajó la vista a la cama casi de forma instantánea, por miedo a verle accidentalmente.

“Accidente”. La palabra resonó una y otra vez en su cabeza, dándole ideas. Quiso golpearse a sí mismo al siquiera atreverse a pensar en ello. Si tenía la osadía de verle ahora, ¿cómo sería tan intrépido para pensar en que podría cubrirlo diciéndole que fue un “accidente”? Las mismas palabras de Kookie no ayudaban “Los accidentes suceden, ¿no es así?” Este podría ser uno de ellos, con facilidad. Las pulsaciones de su corazón incluso llegaron a sus oídos por lo nervioso que estaba. Así era, ¿por qué era tan importante? Jimin le seguiría amando, no teniendo en cuenta su apariencia. Así, ¿tal vez… otro… pequeño vistazo?

— ¡Jimin! — Giró hacia la puerta cerrada, en donde su madre tocaba. Kookie se giró de nuevo hacia el lado contrario, quitándole la oportunidad de las manos. La amplia, ligeramente arañada espalda se exhibió para él otra vez y, por algunos segundos, eso era todo lo que era capaz de ver. El ceño del más bajo se frunció por un instante, si no mal recordaba… Bajo una marca morada a un lado de su cuello, ¿no era eso…? ¿En dónde había visto ese lunar antes? — ¡Jimin! — Rodando cáusticamente sus ojos aún rojos, se obligó a sí mismo a levantarse. Llevó una sábana con él, era sólo una coincidencia que esta fuese la misma con la que el otro se cubría. La punta fue halada mientras él caminaba y, cuando él separó sólo una pequeña ranura del marco, ya podía escuchar el sonido de alguien caminando a su paso. — ¡Ji…! Oh. Hola. — Su madre se veía un poco sorprendida de verle tan despeinado, tan sonrojado y tan animado. Pero a la vez, feliz. Jimin le hubiese gustado esforzarse por mantenerle así. — Sólo vine porque quería saber si estabas bien. Yo, ayer… Como no quisiste comer, pensé que algo te había pasado. Es que ayer escuchamos…cosas. — Jimin miró a un lado, todas y cada una de las imágenes haciéndose presente en la parte no muy sana de su mente. Al mismo tiempo, él podía sentir una suave caricia subiendo por su cintura y el cosquilleo de unos…No podía estar pasando.

— ¿Cosas? ¿qué clase de cosas? — Su lengua se tropezó a medio camino, sus piernas temblando. ¿Eran esos sus dientes tirando de la sensible piel tras su oreja?

— Pensamos que estabas llorando. — Bueno, en efecto, eso no era del todo falso. Era algo así como un derivado. — Así que pensé, ¿debería ir a ver? Pero luego supe que no quería interrumpir porque… — Como siempre hacía, su madre estaba tranquilamente desvariando, sólo que estaba fue cortada por ese “Oh, Dios” que accidentalmente se le había escapado. Él cubrió su boca enseguida y una traviesa risa se alejó de la parte que cubría la puerta. — ¿Estás bien? ¿No dijiste algo?

Blindfold (目隠し) ʲⁱᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora