Capítulo 19

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Lo primero que percibió al despertar fue el aire helado socavando la superficie de su piel. Era seco, un corriente comprimida entre las paredes de su habitación. Sus ojos todavía no estaban abiertos, su respiración aún era tan calmada como lo hubiese estado en el más profundo de sus sueños. No obstante, él estaba despierto. Trató de remover su cuerpo desde las depresiones de lo que era el ancho y grueso edredón a su alrededor. No pudo. Sin embargo, no estaba disgustado. Las parálisis de sueño a veces no eran tan malas. Eran aterradoras, eso era cierto. Se sentían como si estuvieses siendo aprisionado por algún tipo de peso, que eran ocasionados por la regular sumisión al estrés y al usual cansancio. Pero cabía decir que éste no era el caso.

Los primeros músculos que se permitió mover fueron las esquinas de su boca un par de minutos después, estas siendo haladas hacia los costados en una desganada mueca mientras estiraba los brazos. Se impulsó fuera de la cama apartando el edredón lejos y, dejando caer los pliegues de su amplia ropa a los lados, dio una última mirada al colchón, desplazando una mano por el área y la vez envidiando lo cálida que ésta estaba. Un escalofrío le recorrió entero cuando apoyó los pies en el suelo de su habitación. El invierno apestaba en muchos de sus sentidos.

Dio un vistazo al reloj, dándose cuenta que tenía menos de media hora para arreglarse. Y utilizando la más efectiva porción de su fuerte voluntad, se arrastró vagamente al baño, pensando en que hubiese sido más factible el elegir un horario diferente. Era la mañana —muy mañana— de un lunes a muy finales de diciembre. Muy finales. Jungkook pensó que no debería estar sorprendido si comenzase a nevar en cualquier instante. Fue en aquel momento, en el cual se desprendía de su ropa para darse una ducha en el que escuchó la torrencial caída de cubitos de hielo sobre su techo. ¿Granizo? Estupendo, nunca se tiene lo suficiente de ello.

Debatió enormemente la posibilidad de lavarse el cabello con este clima, tal vez adquiriese un resfriado si lo hiciese. Pero luego observó el secador que, insolentemente, había robado del baño de su madre, esperando por encima del buró con el cable enredado a su alrededor. Lo alcanzó, lo conectó y consiguientemente, abrió la ducha y se entregó del vapor. Había estado utilizando los utensilios que la madre de Jimin le había regalado; desde el llamativo jabón con esencia de vainilla hasta el acondicionador de cabello cual olor aún era incapaz de identificar, él había dado uso de todo aquello con más gusto de lo que hubiese gustado admitir jamás.

Salió de la ducha con el frío atacándole casi de manera instantánea, secándose apresuradamente para encogerse bajo el calor del secador. Aquello no era una buena idea, de ninguna manera. Calor, frío y después calor. "Pero, maldición, se siente bien", fue lo que pensó mientras pasaba los dedos por su cabello, separando las hebras para que el aire caliente llegase hasta las áreas más mojadas. Una vez hubo terminado, estuvo vistiéndose con la ropa más gruesa y pesada que tuviese en el closet. Usó botas de nieve, un gorro de lana y como tres capas de sudaderas bajo la chaqueta, más una camiseta. Añadiendo que, gracias al distintivo acondicionador, olía como un jodido tutti frutti. Parecía dos veces su peso cuando se miró al espejo, quitando el hecho de que su madre rodó por el suelo de la cocina cuando se hubo reído en su cara al salir de la casa. El granizo se había detenido, gracias al cielo.

Iba hacia el centro de bateo, habían sido algunas semanas desde que ellos habían establecido esta rutina. La escuela había acabado y sólo quedaba algo de tiempo libre antes de lanzarse de cabeza a inflexibles horarios universitarios. Aquellos días de independencia eran más como un regalo armado de lástima y consuelo porque el gobierno surcoreano parecía compadecer lo mal que lo iban a pasar en la universidad. Y no había nada más cierto que eso. Ambos habían estado estudiando por meses enteros para lograr entrar a la Nacional, a mitad del año pasado, aunque nunca hablaron muy seriamente de ello. Jungkook había recibido su carta de aceptación en Navidad; Jimin, un día después. Lo cual había sido como un obsequio y razón de la felicidad de ambas familias.

Blindfold (目隠し) ʲⁱᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora